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"Las etiquetas de género limitan al lector y al autor"

1 Es una etiqueta que perdura, especialmente en el género negro y en todas sus vertientes o mestizajes, como el thriller o la novela puramente de misterio. Últimamente incluso se están registrando nuevos términos para referirse a la literatura de este tipo, que "parece" que está especialmente escrita por mujeres: "domestic noir", "femme noir"? No me identifico en absoluto con estas etiquetas, porque son prejuiciosas, tendenciosas y creo que en ocasiones hasta ridículas. Si somos puristas y buscamos, por ejemplo, novela negra clásica, ésta podrá ser desarrollada por una mano masculina o femenina de manera indistinta, aunque se insiste en varios sectores en que la forma de matar -literariamente- y de escribir de las mujeres es más "sutil". Sin embargo, si admitimos nuevos subgéneros, debemos estar listos para disfrutarlos sin bautizarlos como medida de seguridad, como referente cuadriculado al que asirse. ¿Por qué ver la literatura actual con gafas del siglo pasado si nosotros ya no somos los mismos que entonces? ¿Por qué no ver todo a través de un cristal más moderno, más versátil, más humilde? Las etiquetas, que prejuzgan a autores -masculinos y femeninos- y a sus trabajos, lo único que hacen es limitar posibilidades: las del potencial lector y las del que escribe.

2 Siempre me gustó escribir, desde niña. Sin embargo, nunca me atreví a soñar siquiera con ser escritora: lo veía muy alto, muy lejano, propio de alguien que tuviese un duende del que carecía yo. Fueron las circunstancias de la vida las que me dieron la oportunidad de escribir; cuando fui madre, y después de muchos años de trabajo intenso como abogada, tuve un paréntesis laboral, que coincidió con otra circunstancia excepcional: tenía una historia que contar.

3 Soy metódica y disciplinada, no creo mucho en las musas: es verdad eso de que llegan trabajando. Primero juego con una idea muy vaga, que me dispongo a documentar: voy incluso un poco a ciegas, comprando libros, visitando lugares, entrevistando gente. Después, hago un gran esquema de intenciones, moderadamente detallado. Y finalmente sigo ese esquema, aunque siempre suceden cosas nuevas, giros que ni yo me esperaba, pero que se adaptan a la trama. Es como si la historia ya estuviese ahí para mí, y sólo tuviese que soplarle el polvo para descubrirla.

4 En general, no creo que un solo libro pueda constituir una medicina radical, un mensaje tan trascendente como para que las personas puedan sentir y hacer propio un determinado mensaje. Sin embargo, y a pesar de que desconfío del peso didáctico real que en general puedan tener los libros, sí creo en las sensaciones y reflexiones que te pueden causar, haciendo que esa historia se te quede dentro. Yo no aspiro sólo a entretener, a gustar, y eso que lograrlo es difícil. Deseo conectar con el que lee, que lo que le cuento le produzca un latigazo por dentro y le ate al libro hasta terminarlo. Detrás de lo que escribo, no sólo hay una trama de misterio, sino una reflexión.

5 Supongo que formo un poco parte de esta generación que crea mestizos, híbridos literarios, olvidando las líneas puristas. Sin embargo, no formo parte de ningún grupo ni generación concreta o al menos yo no lo siento así. Quizá sea porque hasta ahora no había frecuentado ambientes literarios y todavía los estoy conociendo.

6 No lo sé; una pluma femenina no debió tenerlo fácil en el pasado para destacar, de eso estoy segura. Y una pluma femenina (o masculina) hoy? lo tiene difícil absolutamente para todo: ya sólo encontrar un agente literario que acepte leer tu manuscrito es una hazaña. Supongo que entonces, como ahora, sería cuestión de perseverancia, tozudez, decisión y mucho trabajo.

Vigo, 197. Abogada, vive en Galicia. Con raíces en Cantabria, allí ha ambientado "Puerto escondido", un éxito de crítica y público.

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