Elvira Lindo plasma en Noches sin dormir su último año en Nueva York, una suerte de diario ilustrado con sus propias fotografías, que reflejan la cotidianidad y los personajes de la "gran manzana". El libro pone a fin a un estancia que, en principio, no iba a superar los dos años y que se alargó hasta once. Son los inviernos que Elvira Lindo ha vivido en Nueva York con su marido, el también escritor Antonio Muñoz Molina. Noches sin dormir son sus recuerdos del último año.
-¿Cómo surge su libro más reciente?
-Lo empecé a escribir sin saber que iba a ser un libro. Ha sido mi libro menos premeditado. Empecé a hacer fotos y pies de foto y lo compartía con amigos. Pensé que haría una pequeña publicación en el sello que tenemos Ximo Espinosa y yo, pero mi editora en Seix Barral me animó a que lo publicara para los lectores. Lo concebí como un diario del último año, con muchos recuerdos, de ese momento. Refleja día a día.
-Es casi un álbum fotográfico porque los textos van acompañados de cerca de 60 imágenes.
-No he querido hacer el Nueva York emblemático y turístico porque de eso hay miles de fotos. Quería ilustrar lo que estaba viendo. Son fotos de un invierno, de lo que ves en la calle, de cierta extrañeza emocional.
-¿Qué es lo mejor y lo peor que se lleva de sus once años en la ciudad de los rascacielos?
-Lo mejor es lo que he vivido. Lo bueno de la vida no son sólo las cosas positivas. Hay momentos tristes, melancolía, nostalgia... En once años me ha pasado de todo; y más en un lugar que no conocía. No quiero ofrecer una imagen negativa de la ciudad. Es una ciudad dura como cualquier gran ciudad.
-¿Qué ha aprendido de su estancia allí?
-Me ha dado un máster en la vida y conocimiento de mí misma. Cuando te enfrentas a unas cosas conoces el mundo exterior pero te conoces a ti mismo y cómo reaccionas ante la extrañeza, a un mundo que no es conocido ni familiar, cómo te desenvuelves en un sitio mas hostil del que tu vienes.
-En realidad, su estancia iba a ser mucho menor.
-Se alargó debido al trabajo de Antonio en la Universidad, pero también porque nosotros queríamos una experiencia internacional y porque nuestros trabajos nos lo permitían. Se ha quedado ese gusto por vivir en otro sitio. Los españoles, a no ser que nos veamos forzados a emigrar, nos pensamos dos veces salir de nuestro entorno.
-En alguna ocasión ha dicho que Nueva York es cutre. Eso choca con la imagen glamurosa y cinematográfica que tenemos de la ciudad.
-Me reafirmo en que es cutre, pero luminosa al mismo tiempo. Cada esquina parece un escenario, una localización. Nos fascina Nueva York, pero es una ciudad mucho más abandonada que las españolas, porque tiene menos inversión pública. En Nueva York ves los parches continuamente. Cuando llegas a España ves que aquí hay más cuidado de las zonas comunitarias.
-¿Qué es lo que más echa de menos de la ciudad?
-Echo de menos lo que echo de más. La parte de sentirme a veces de fuera a mí me gusta, porque no tienes tanta implicación en las cosas, sufres menos. Echaré de menos cierta libertad personal. Eso tiene el peligro de que, cuando estas solo, te sientes muy solo; pero si estás bien te sientes muy libre.
-El título del libro es "Noches sin dormir". ¿Tanto insomnio le ha producido la ciudad?
-No me lo ha producido la ciudad sino la ansiedad. En una ciudad con un invierno tan crudo, donde se hace de noche tan pronto es más fácil que padezcas insomnio.
