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Arte

El monocromo de Teo Soriano

El péndulo de Paul Valéry, una metáfora para la contemplación de una de las más complejas y sugestivas manifestaciones de la pintura

El monocromo de Teo Soriano

En una conferencia que se hizo famosa, Paul Valéry pidió al público que imaginase un péndulo oscilando entre dos puntos simétricos, asociando luego uno de esos puntos a la idea de la forma poética (porque de poesía hablaba entonces aunque aquí la sustituiremos por la forma plástica) y asociando el otro punto a la idea y el efecto emocional, vis'iones y sentimientos del fondo de la pintura. El péndulo oscilaría entonces desde el sonido hacia el sentido, desde el continente al contenido, volviendo al punto de partida. Escribe Valéry: "El sentido que se propone encuentra como única salida, como única forma, la forma misma de la que procedía", "una oscilación, una simetría, una igualdad de valor entre la forma y el fondo, entre el sonido y el sentido, entre el poema y el estado de la poesía". Pocas metáforas más poéticas y eficaces para una personal identificación con la monocromía en pintura, ni para una mejor disposición para contemplarla. Resulta muy sugestivo leer un texto sobre el pintor Teo Soriano en el que con otras palabras se sugiere substancialmente la mismo: "Cada cuadro se convierte en un diálogo apenas perceptible entre sensación y razón, entre percepción e idea. Primero fue el goce y la suspensión de la mirada, y solo a partir de ahí la atención despliega sus capacidades de reflexión, de análisis y comprensión, de prospectiva... y luego, antes de terminar la tarea, de nuevo la vuelta al goce".

Pidiendo perdón por la extensión de la cita, entiendo que puede resultar provechosa para contemplar la pintura monocromática, no siempre fácil de ver y asimilar. Parece mentira que algo de tan aparentemente elemental contenido haya dado lugar a tantas interpretaciones, equívocos y miles de escritos sobre su sentido. No es abstracción sino un arte para algunos místico-espacial y para otros concreto-literal, objetual. Empezó con Malevich y su cuadro de blanco sobre blanco, y en su caso no hay acuerdo sobre a cuál de las dos especies pertenecía, pienso que a las dos, y luego el monocromo fue utilizado tanto como purga contra la abstracción decadente y purificación del arte viciado por los literalistas como Ad Reinhardt, y sus pinturas negras, las últimas posibles, o Rodchencko y su tríptico de las tres colores, o como meditación de la sensibilidad ensimismada por parte de los místicos influidos por las expansivas atmósferas cromáticas de Rotkho.

Ahora podemos ver la obra de Teo Soriano, nacido en Mérida pero asimilado al arte gallego, que muestra horizontes artísticos mucho más amplios que los de la monocromía de cualquier especie. Incluso incluyéndole con toda propiedad en el género, tendría derecho, como Robert Ryman, a salirse de la clasificación si ello significa reduccionismo extremo, reivindicando también él su "pintar la pintura". Hay un mundo estético muy rico incluso en las obras en las que el espacio viene definido por un ¿solo? color, y la forma registra en su obra contrapuntos, rupturas de factura, densidades de pasta y evidencias de la presencia de la materia, penetrando en ella para estructurar una geografía plástica rica en luces, matices y modulaciones, calidades en las superficies texturadas; mucha y buena cocina. Además su propuesta es versátil, incluso con guiños al objeto encontrado y manufacturado.

Mención especial merece la serie de geometría bicolor y biplana en superficies lisas superpuestas con expresión tridimensional, cuya construcción proporciona al espectador atractivas y ambivalentes sugestiones visuales, en sus relaciones entre plano, forma, color y ocupación espacial. Feliz manera de una neoabstracción geométrica y verdaderamente interesante esta pintura de Teo Soriano.

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