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JESÚS CARRASCO | Escritor

"Siempre trabajo mis historias desde el lenguaje"

"Desenfoco lo que ocurre al fondo del relato para dotar a la novela de un eco mayor"

Jesús Carrasco.

Con La tierra que pisamos, su segunda novela, Jesús Carrasco encara todos los riesgos que aguardan a quien fue autor novel de éxito inesperado y ahora afronta la reválida. Carrasco irrumpió con Intemperie en 2013 y mantiene las señas de identidad de su escritura en esta historia sobre "el hombre solo que anuncia el tiempo nuevo: el ser arrastrado y despojado", como relata en el momento de la caída de Leva, uno de los personajes centrales, ante sus captores. Acaba de recibir el Premio de Literatura de la Unión Europea y hoy presenta su novela en Oviedo (Librería Cervantes, siete de la tarde).

-"Intemperie" fue una novela de un impacto inusitado para tratarse de la primera obra de un autor. Podemos decir que usted empezó a lo grande. ¿Teme que haya unas expectativas excesivas ante su segundo libro?

-Tengo alguna prevención, aunque sólo sea por el hecho de saber que hay lectores esperando. Pero tampoco me he sentido presionado. El borrador de La tierra que pisamos estaba bastante avanzado para cuando se publicó Intemperie. Al tener el texto con un cierto grado de elaboración me he sentido bastante protegido del impacto de Intemperie.

-¿Está satisfecho de la acogida que ha tenido su segunda novela?

-Noto que hay ya lecturas previas, que la mayor parte de los lectores comparan este libro con Intemperie, algo que me parece natural y que da pie a una valoración. Percibo una mayor reticencia porque esta novela presenta una estructura más compleja y ciertas dificultades para el lector, algo que no se daba en Intemperie, que es una novela estructuralmente sencilla y narrativamente fácil de acceder. Por lo general, el libro está funcionando bien y tiene buena aceptación. No sé qué recorrido tendrá. Yo personalmente estoy satisfecho con el texto.

-Usted hablaba de "Intemperie" como un texto de aprendizaje, una forma de hacerse con los recursos de la escritura. ¿"La tierra que pisamos" comparte esa condición, es un nuevo paso en ese aprendizaje literario?

-Sí, sin duda, para mí es una progresión, no podría haberlo hecho de otra manera. Tenía dos caminos. Uno era intentar reproducir el éxito de Intemperie, a partir de conocer de las claves de lo que, intuyo ,que pudiera gustarle al lector. Mi propósito, por honestidad, era buscar nuevos retos. Hay una evolución, pero La tierra que pisamos sigue siendo una novela de aprendizaje. Tengo la sensación de que va a ser así siempre. Mientras escriba estaré aprendiendo no sé si a escribir pero sí a asumir nuevas cuotas de riesgo, de libertad, de progreso. Tengo la escritura como un horizonte infinito de trabajo, de progresión y de disfrute.

-La novela mantiene su gran preocupación por el lenguaje, que da la impresión de que le obsesiona más que la trama narrativa.

-Intento llegar a un equilibrio lo más ajustado posible entre lo que cuento y cómo lo cuento, ambas cosas son importantes. Luego el lector puede interpretar si consigo ese equilibrio o no. Hay lectores que en Intemperie sólo vieron lenguaje y otros sólo historia. Para mí la forma es esencial. Escribo por el interés de contar, de embaucar al lector. Pero lo hago desde un punto de vista, desde un estilo que consiste en trabajar siempre desde el lenguaje. No sólo soy un contador de historias, soy también un trabajador del castellano. Una de las cosas que más me satisfacen de la escritura es la posibilidad de profundizar en mi lengua.

-Sus dos novelas comparten la pérdida de fondo temporal y espacial, hay un empeño en desdibujar tiempo y lugar. ¿A qué responde?

-Es algo que tiene relación con mi gusto por el simbolismo, por dotar a la novela de un eco mayor del que podría tener si lo atara a un hecho histórico concreto o a una época determinada, que les hubiera restado resonancia simbólica. Quería contar historias de personajes íntimas, de movimiento interior, y tengo la impresión de que si eso lo hago en un contexto histórico concreto desvío la atención hacia él porque todos tenemos referencias de lo que pasó. Quiero separar al lector de lo que sabe ya acerca de la historia y del mundo que puede rodear a los personajes. Por eso desenfoco lo que sucede al fondo de las historias que cuento.

-En "La tierra que pisamos" esas referencias son algo más visibles que en Intemperie. ¿Se infiltra en su novela la discusión sobre nuestra memoria histórica?

-No era mi objetivo. El contexto político de la novela tiene relevancia y un mayor desarrollo que en Intemperie, en donde apenas había un escenario doméstico o local. Necesitaba ese contexto político para someter al personaje a las condiciones que requería contar su historia íntima, que es la de un ser despojado. Esto me llevaba a escenarios de guerra, de ocupación, de totalitarismo, pero eso es una consecuencia de lo que yo quería contar. No hay intención de narrar la historia o reescribirla, no quería generar una ucronía pura que se pareciese a la ciencia ficción. Quise situarme en un término medio, es un espacio en el que puedan resonar ciertas imágenes conocidas, de la segunda guerra mundial o de la guerra civil, pero no quiero desviar la atención hacia esos acontecimientos. Si digo que el contexto político es la guerra civil las lecturas del libro se dispararían en unas direcciones que a mí no me interesaban.

-¿Le asusta desde esa perspectiva que "La tierra que pisamos" pudiera leerse como una nueva novela sobre la guerra civil?

-Desde luego que sí, es algo que trato de eludir. Aunque mis dos novelas puedan vincularse con ese período histórico, no era ese el propósito, en parte por ese hartazgo de ficción en torno a la guerra civil. No sé si resulta excesivo o insuficiente todo lo que se ha contado sobre a ese momento, pero yo no quería hacerlo, no quería volver sobre algo que en lo literario está ya muy revisado. Otra cosa es cómo la sociedad y la política hayan avanzado u hayan olvidado ese tiempo, si quedan o no cabos por atar y heridas por cerrar, que creo que sí.

-Ya desde una perspectiva personal ¿se siente consolidado como escritor con esta segunda novela?

-Si tomamos mi situación antes de Intemperie puedo decir que sí, que he llegado a un lugar en el que muchos lectores me conoces y ya hay un hueco para mí. Pero desde una perspectiva más amplia siento que no, la escritura es un oficio y una vocación muy larga que espero que me ocupe el resto de mi vida. Me siento al principio todo, cada novela es un aprendizaje. Cuando acabo una me pongo a cero o casi, quiero afrontar nuevos retos y espacios desconocidos, más allá de lo que ya sé hacer.

-¿Está trabajando ya en la tercera novela?

-Tengo en la cabeza y en mi cuaderno de notas ideas orientadas hacia lo que va a ser mi tercer libro. Estoy muy al principio del proceso y ahora tengo centrarme en la promoción de La tierra que pisamos pero no dejo de pensar en ello. Espero que se acabe el tiempo de viaje para volver a centrarme en el trabajo, que es lo que más me gusta.

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