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Rodolfo Pico, el 40.º aniversario del más fecundo fabulador de imágenes

Una muy limitada representación de un repertorio inabarcable

Rodolfo Pico, el 40.º aniversario del más fecundo fabulador de imágenes

Debo a Rodolfo Pico (Luarca, 1953), la oportunidad de escribir uno de los textos con los que más disfruté escribiendo. Fue para el catálogo de aquella espectacular exposición que montó en el, como tantas otras cosas también hoy desaparecido, Centro Cultural Cajastur del Campoamor en el año 2001 y que estaba integrada por 63 obras de distintos tamaños (algunas de gran formato tuvieron que ser representadas por fotografías) en las que el artista interpretaba a su modo las otras tantas casillas del misterioso y mágico juego, emblemático en el hermético ocultismo medieval, del viaje al Jardín de la Oca, hoy juego de la Oca sin más. Aquella exposición fue un gran despliegue, enciclopédico podríamos decir, que ponía bien de manifiesto las posibilidades de la imaginación creadora del más fabulador de imágenes que ha tenido la pintura asturiana.

Ahora expone Rodolfo Pico en el Museo Antón de Candás para conmemorar los cuarenta años de su trayectoria artística desde su primera muestra individual (antes había expuesto con Pelayo Ortega y Melquíades Álvarez en el grupo Segrel) en el Ateneo Jovellanos de Gijón, que es como se sabe su ciudad de residencia, en 1975. Bien está como aniversario y sentimiento conmemorativo esta exposición, que además recuerda otra allí celebrada en el 2001, pero hay que lamentar que las muy limitadas posibilidades del espacio solo nos permitan contemplar un número tan reducido de pinturas de un artista de repertorio casi inabarcable, tan variado y rico en planteamientos conceptuales como en soluciones plásticas. Yo creo que debería quedar pendiente una exposición retrospectiva de mayor empeño, aunque sea de agradecer esta muestra aniversario.

Porque Rodolfo Pico es toda una singularidad en la pintura asturiana, creador de un peculiarísimo estilo y personalidad inconfundible. Tan gráfica como pictórica, siempre de gran intensidad cromática, su pintura es un sugestivo espectáculo visual a menudo subrayado por una narratividad en la que se incluye la ironía, la paradoja, la parodia, el humor o la nostalgia, en todo caso desde el ingenio y la fantasía. Por otra parte, si la pintura de Rodolfo Pico es personal en las temáticas otro tanto sucede con los planteamientos formales, a partir de un tratamiento plástico que da un total protagonismo a las imágenes y su narratividad; ellas ocupan en su planitud toda la superficie de la obra, sin lugar para la profundidad espacial, y luego esas imágenes se relacionan y se construyen con una particular geometría, de tal modo que en la pintura de Rodolfo Pico se puede rastrear, según épocas y obras, elementos del pop art evidentes, pero también del surrealismo, pintura metafísica, el cubismo o la abstracción, lírica o geométrica, o el concepto del poema objeto, todo ello adornado con una serie de formas que puntualizan su manera y que suele reiterar en las obras..., árboles, esferas, estrellas, lápices, dameros, esquemas de casas, barcos y pajaritas de papel... Hay un universo pictórico de Rodolfo Pico que merece la pena conocer en mayor amplitud.

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