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Albano, el espacio como escenario de un personal lenguaje pictórico

Comparte exposición con Carlos Albert, heredero de formas y tradiciones de la gran escultura española

Albano, el espacio como escenario de un personal lenguaje pictórico

Desde su inauguración, la galería Aurora Vigil-Escalera viene prestando atención indistintamente a las tres disciplinas artísticas más frecuentadas, la pintura, la escultura y la fotografía, en ocasiones uniendo dos de ellas incluso las tres, como sucedió en la muestra con la que se inauguró este espacio que, curiosamente por no ser demasiado amplio, se adapta admirablemente al encuentro y armónica relación de estas diferentes manifestaciones del arte, como sucede en la muestra actual, con la obra de Albano y Carlos Albert.

La pintura de Albano (Ávila, 1988), un pintor muy joven pero ya con un buen número de importantes premios en su trayectoria, posee una peculiar arquitectura física en cuanto a la forma en la que el artista organiza su personal territorio plástico, donde el espacio y el color adquieren el mayor protagonismo, planteándose el problema, y la solución, de cómo dar consistencia a una composición caracterizada por la asimetría y una irregular y descompensada estructura geométrica, cosas que consigue en buena medida conciliar. En la mayoría de las obras de esta exposición, y en pinturas anteriores, domina la superficie pictórica una muy amplia zona de color, verde en concreto, un espacio cromático de neutralidad, como un vacío que se abre entre pequeñas zonas de intrincadamente elaborada y texturada filigrana pictórica en la que alternan lo lineal y lo gráfico, con diseño de motivos geométricos y densidades de grumosa materia. Todo ello genera tensión y dinamismo en la lectura visual, que resulta tan atractiva como compleja, de una obra en la que la referencia temática carece de sentido, enteramente subordinada a la relación entre los elementos plásticos. En las obras de mayor tamaño. finalistas de los premios Reina Sofía los años 2015 y 2016 respectivamente, permanece la complejidad de lectura, pero el espacio verde desaparece, inundado por una catarata de formas geométricas y motivos semifigurativos, alternando con manchas gestuales y acertadas armonías cromáticas en atractiva y muy pictoricista confusión plástica. Interesante la pintura de este artista que no concibe el espacio como lugar sino como escenario para su particular lenguaje.

Junto con Albano expone Carlos Albert (Madrid, 1978), que es artista de personalidad escultórica multiforme, aunque en todo caso creación que hereda y reinterpreta tradiciones y formas de la escultura española de los pasados años cincuenta, sin duda su época más brillante e ilustre, la llamada "edad del hierro" de la que fuera precursor el gran Julio González. Poética del informalismo la suya, del hierro forjado y el acero cortén buscando las posibilidades expresivas del diálogo entre la materia y el espacio. Masas, perfiles, desocupación activa de la materia, el vacío como concepto de abstracción geométrica y su aportación decisiva en la construcción de la obra. En la escultura de Carlos Albert late el recuerdo de maestros como Oteiza, Chillida o el propio Martín Chirino, con quien se inició el artista madrileño en el trabajo de la forja y en cuya obra perdura la lección de los grandes maestros.

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