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Tinta fresca

La mancha humana

Marta Caparrós retrata con acierto y prosa milimetrada a los treintañeros de la España precaria en Filtraciones

Todo empezó con una intuición, ese relámpago que ilumina a un creador cuando menos se lo espera y anuncia una tormenta perfecta. Marta Caparrós quería "atrapar un sentimiento generalizado que percibía a mi alrededor de desesperanza y desubicación vital, muy ligado a las circunstancias económicas de España. Por aquel entonces esta temática ya no era una novedad. La literatura de la crisis empezaba a ser considerada una moda y a producir cierto hartazgo. Sin embargo, me di cuenta de que, más allá de la mirada sociológica, me movía el afán intimista".

Caparrós tenía muy claro, en ese paisaje de desasosiego e incertidumbre, que deseaba escribir un libro "en el que volcar mis obsesiones, centradas en el mundo de las relaciones y los afectos. La vertiente humana además me ayudó a salvar el posible escollo de las buenas intenciones. Era muy fácil presentar a los personajes, hombres y mujeres con serias dificultades para alcanzar la estabilidad laboral, como meras víctimas. Intenté que sus conflictos personales los convirtieran en seres complejos, enfrentados a un escenario hostil, pero también a sus demonios interiores".

Hubo cambio de raíles narrativos que no estaba previsto. Al principio, la escritora pensó que "se trataría un libro de relatos, pero los personajes y las tramas me pedían un mayor desarrollo. Fueron los personajes los que dieron pie a las historias, y no al revés. Traté por todos los medios de que resultaran caracteres cercanos, vivos y creíbles. Si bien ninguno de ellos existe en la realidad, algunos sí están inspirados en personas que he ido conociendo. Mi manera de trabajar era llegar a un punto de conocimiento pleno de los resortes psicológicos de los caracteres, para luego ponerlos contra las cuerdas de sus conflictos, dejando que el diálogo estuviera muy presente en la prosa".

Caparrós tiene la convicción de que "uno no escribe lo que quiere, sino lo que puede, y el proceso de escritura me llevó a descubrir que solo conseguía moverme con comodidad dentro de escenarios y situaciones no solo realistas, sino además cercanos a mí. Lugares como Conil de la Frontera, o algunos barrios de Madrid y Berlín, son localizaciones robadas de mis experiencias de infancia y juventud. También algunas de las situaciones laborales y personales reflejadas remiten a mi propia memoria. Si bien Filtraciones no es ningún caso una obra autobiográfica, creo que toda la literatura lo acaba siendo en mayor o menor medida. Me gusta pensar que 'Filtraciones' es una obra personal que ojalá también resulte compasiva y empática, pues sus historias nacen de mi fascinación por la vida de los otros".

Los habitantes de Filtraciones transitan por los treintena abandonados a su suerte en un mundo donde el trabajo no es un derecho sino un privilegio y los sueños viajan a la deriva sin posibilidad de llegar a una isla. Bajo el paraguas del 15-M se protegen de los chuzos de punta unos personajes que no sólo son zarandeados por ventoleras políticas y sociales sino que viven también sus propios accidentes íntimos con sentimientos y emociones en permanente estado de excepción y agitados por la precariedad que les ha tocado sufrir, prisioneros bajo un techo de goteras en días sin lluvia.

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