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Música

Rufus canta a Shakespeare

El cantautor se mete a fondo en los sonetos del dramaturgo inglés

Rufus canta a Shakespeare

Esa idea tan preconcebida y manida de separar la música en compartimentos estanco es algo que maniata y empequeñece de forma un tanto absurda. Realmente, la gran línea de separación no es otra que la buena y la mala música. Hay música clásica horrenda y maravillosa, pop que revienta el tímpano, nada más oír los primeros compases de una canción, y otra maravillosa capaz de cruzar la barrera del tiempo y permanecer en el imaginario colectivo. Los compositores siempre han transitado por diversos mundos. De hecho en el ámbito sinfónico se ha utilizado con profusión la música popular como punto de partida, como inspiración y, a lo largo del siglo XX, el jazz y la clásica han vivido múltiples y beneficiosas "intoxicaciones" y otros estilos también se han "contaminado" dando ejemplos fantásticos de la mezcla y de los caminos de ida y vuelta de la creatividad.

En nuestros días las barreras están, afortunadamente, rotas. Un buen ejemplo de ello es el cantautor Rufus Wainwright que, desde el pop, ha ido sacando adelante proyectos diversos, llenos de referencias a otros mundos musicales. Rufus ha bebido en la música histórica y, sobremanera, de la lírica, género que explora de forma continua, hasta el punto de haber ya escrito una ópera "Prima Donna". Trabaja el músico norteamericano, de origen canadiense, en múltiples ámbitos y, desde hace años, sus resultados se van acrecentando en ambición. Tiene, en esta línea, grabaciones imponentes y muchas de sus canciones han sido arregladas para orquesta sinfónica, ofreciendo conciertos en este formato de manera más o menos habitual por todo el mundo.

El año Shakespeare le ha servido a Wainwrigth para reivindicar un viejo proyecto que ahora revisita en su nuevo disco convertido en un afán colectivo, coral, con diversos invitados en torno a los hermosos sonetos shakesperianos. Son canciones escritas una década atrás para una producción del Berliner Ensemble, lo cual explica que algunas de ellas estén cantadas en alemán, lengua en la que también se recita algún soneto. Robert Wilson estuvo en la génesis de aquel espectáculo del que bebe un disco que cuenta con colaboradores de lujo para el recitado de los poemas, por ejemplo Helena Bonham Carter, Carrie Fisher o William Shatner, entre otros. En la música, la soprano Anna Prohaska, magnífica en sus intervenciones, el propio Rufus, su hermana Martha o la siempre imponente Florence Welsh nos ayudan a realizar un viaje fascinante que transita entre la música barroca, el cabaret berlinés, la ópera o el musical, en un mismo itinerario, el de "Take all my loves" que se construye como una vibrante gradación emocional, sin interrupción, convertido en un trabajo sólido y compacto. A quien Elton John llamó "el compositor definitivo" demuestra, una vez más, altura de miras, y de nuevo es capaz de reinventarse apostando por vías expresivas diferenciadas con el soporte poético sublime de Shakespeare como eje común.

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