La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Bloc de notas

Topografía canalla de Nueva York

En Bajos fondos, Luc Sante repasa los mitos de Manhattan durante su eclosión y crecimiento

Luc Sante (Verviers, 1954) es un cronista distinto. Lo sería aún más si antes no hubieran escrito magistralmente sobre Nueva York Joseph Mitchell y A.J.Liebling. Pero es distinto y bueno, muy bueno. Sus crónicas agarran desde el primer momento, entran en los detalles y aportan al lector muchas respuestas sobre la cultura americana. Las que atañen a hechos acontecidos en el XIX y principios del XX ayudan a entender lo que sucedió a continuación.

Por ejemplo, la topografía. Para Sante, la isla de Manhattan sería una sardina en una sartén si coloreásemos de amarillo un mapa en función de la densidad de habitantes. Observo el mismo mapa, de arriba a abajo, y veo un avestruz sumergiendo la cabeza en el Hudson. Son puntos de vista. Sante es belga, lleva más de cincuenta años viviendo en Estados Unidos, al menos diez de ellos en el Lower East Side neoyorquino y se las ha arreglado todo este tiempo para convertirse en uno de los grandes testigos de Nueva York y en un estudioso, además, de su historia. Mata a tus ídolos, que vio la luz hace unos años, incluye sus piezas y ensayos entre 1990 y 2005 publicados en el "Village Voice" y el "New Yorker", entre otros, sobre la ciudad perdida. Últimamente escribe para "The New York Review of Books".

El libro del que les quiero hablar en esta ocasión se imprimió por primera vez en 1991. Se tata de una visita guiada por los bajos fondos de Manhattan que Sante dirige con ojos de cronista y espíritu de entomólogo prestando atención a los callejones, los edificios y los personajes que los poblaron: una cuerda de rufianes, políticos, pandilleros y policías en un mundo que empezaba a dispararse en todas las direcciones como la propia ciudad. Entre la apertura del canal de Erie en 1825 y la aprobación de la Ley Volstead en 1919, Nueva York pasó de ser un puerto menor a una metrópolis internacional. El coste del progreso fue inmenso: la especulación inmobiliaria transformó grandes extensiones de terreno agrícola en bloques de viviendas inmundas que emergían entre la noche y la mañana, con sistemas de alcantarillado y saneamiento inadecuados, criaderos de epidemias perennes. El gobierno municipal mudó de las manos de los aficionados y de los patricios a las de los demagogos sin escrúpulos, y el número de pobres creció mucho más allá de la capacidad para absorberlos y proporcionarles un tipo de vida decente. A lo largo de las páginas de Bajos Fondos (Una mitología de Nueva York), Sante pinta un retrato extraordinario de la corrupción y la vitalidad, que atrae en la misma medida que horroriza: una historia de antihéroes en la que nadie sale especialmente bien parado, como el propio autor explica en el prefacio de su apasionante relato.

El libro se divide en cuatro partes. Primero, el paisaje, un vistazo a la topografía cambiante; inmediatamente la vida activa, las tabernas, el consumo de opio, el juego y también el azar para los que allí llegaban en busca de un futuro; luego, la pugna entre las fuerzas del orden y el hampa, los policías y las bandas callejeras; y finalmente, los desheredados, los vagabundos, la ciudad invisible. El fresco no tiene precio: las peleas entre los Bowery Boys y los Dead Rabbits, que Scorsese recreó en la pantalla en Gangs of New York; el burdel del exseminarista con biblias en todas las habitaciones, las profanaciones de tumbas; los piratas del río; el Miner's; el Barnum; Mose y el mito del bombero; la ascensión del terrible Johnny Torrio, y Mock Duck, el lobo solitario de Chinatown, un personaje salido de Yojimbo, que en medio de una calle, cerraba los ojos y disparaba sus dos revólveres calibre 45 girando sobre sí mismo. Todos los fantasmas en procesión. Como escribe Sante: "Los fantasmas de Manhattan no son los espíritus de las clases adineradas, que están sepultados bajo sus nombres, bajo sus obras y construcciones. Los fantasmas de Nueva York son las almas sin descanso de los pobres, los marginados, los desposeídos, los depravados, los tarados, los contumaces. Ellos son los espíritus guardianes de la jungla urbana en la que vivieron y murieron".

Esto sí que es New York, New York. Cuando Sante escribió Bajos fondos los fantasmas del ayer aún se fundían con los del hoy, poco después llegó Giuliani y la ciudad empezó a mudar su plumaje. No se pierdan esta entretenida mitología.

Compartir el artículo

stats