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Libros

Un mundo en extinción

Isabel Colegate y su visión de la aristocracia inglesa a comienzos del siglo pasado

Isabel Colegate es una autora perteneciente a la aristocracia inglesa que vivió durante muchos años en un castillo cerca de Bath. Autora de una docena de novelas, Colegate, nacida en 1931, nos ofrece en ellas un retrato realista y ameno de la cambiante vida cotidiana de la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX.

En La partida de caza, publicada en 1981, relata lo acontecido en dos días del otoño de 1913 en una mansión inglesa en la que se han reunido varios miembros de la clase alta para asistir, como el propio título indica, a una cacería. La novela nos ofrece una galería de personajes bien perfilados y minuciosamente retratados: al anfitrión, sir Randolph Nettleby, le acompañan su esposa y familiares cercanos, varios miembros de la aristocracia, los hombres que les asisten en la cacería, los sirvientes y doncellas que les proporcionan las comodidades en la casa y algún otro personaje de la época, como el cazador furtivo o el defensor de los animales.

Todos los detalles de cada momento del día están magníficamente registrados, como lo está el carácter de los personajes, bien sea una abuela chismosa, un joven intelectual enamorado, un predicador iluso o un adolescente que pondera sus posibilidades de futuro. El cuadro final constituye un excelente ejemplo de lo que fue el periodo en que reinó Eduardo VII, hijo envejecido de una longeva Reina Victoria, muerta en 1901. Que el año en que se desarrolla la novela sea 1913, en vísperas del estallido de la Primera Guerra Mundial, aporta a los acontecimientos narrados una especial relevancia.

Colegate engarza muy bien las superposiciones temporales, de tal manera que consigue fundir lo que hacen y piensan los diferentes personajes, cada uno en su espacio social, en una misma franja horaria. Esto hace que todas las líneas narrativas confluyan de manera natural en un mismo momento de clímax, dependiente del movimiento derivado de los sentimientos que van desarrollando unos y otros. La estructura se deja, por tanto, ver con claridad, lo que crea en quienes leemos una expectativa de tragedia que se presta a la especulación y que añade interés al desarrollo de la trama.

La conversación en sociedad, de camino a los puestos de tiro, durante la cena y en la velada posterior, le sirve a la autora para introducir temas candentes en el momento, tales como las amargas quejas de los terratenientes ante su creciente imposibilidad para pagar los impuestos y sacar rentabilidad a las tierras familiares, lo que les obliga a alquilar parte de las propiedades o a venderlas a los "nuevos ricos" (los amos de las fábricas, de los grandes periódicos y de los bancos, y los estadounidenses).

No obstante, se aprecia el optimismo reinante entre la gente respecto a su futuro como nación, considerando una guerra como algo impensable en la educada Europa, si bien hacen un análisis afilado y atinado de su presente:

"Parece que nos hemos vuelto locos por el dinero -nunca se ha jugado tanto como ahora, se ha especulado tanto, se ha perseguido tanto la suerte. Suponiendo que hubiera una guerra ¿no serviría para limpiarnos del materialismo, del cinismo, de la laxa y perezosa hipocresía, para ceñirnos exclusivamente a nuestras fuerzas y recuperar la sencillez?"

Ante una sociedad en transición, los territorios del imperio, aún pertenecientes a la corona británica, son un lugar propicio para las aspiraciones de los jóvenes, bien para establecerse y prosperar, bien para viajar y explorar y hacer acopio de aventuras y experiencia.

Pero, sin lugar a dudas, se respira un ambiente de cambio; unos lo deploran y otros le dan la bienvenida. En todo caso, es evidente que las cacerías ya no volverán a ser lo que habían sido, en los tiempos dorados del padre y del abuelo de Sir Randolph, y que los jóvenes tendrán que dejar el campo y acercarse a la ciudad para poder vivir en mejores condiciones. Las páginas que siguen al clímax dan amplia contestación a las dudas que los diferentes personajes se plantearon durante el transcurso de la obra y completan el paisaje social que Colegate nos retrata en su novela.

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