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Arte

"Estancias", estar en el arte

Espacios y lugares habitados por la imaginación en obras de la colección Banco Sabadell

"Estancias", estar en el arte

Puede que no hayan visto aun esta exposición, aunque lleve cerca de dos meses en la cartelera del arte en Oviedo, porque la crisis y la escasez de presupuestos ha influido también en la voluntad de organización y promoción de los acontecimientos artísticos. Por ejemplo, y sin ir más lejos, casi ni recordamos ya los tiempos relativamente recientes, cuando en la inauguración de las exposiciones del Sabadell-Herrero, como la que ahora comentamos, el gentío de arremolinaba en la calle Suárez de la Riva ante la puerta de entrada a la sala, en espera del presidente Areces para asistir al acto de apertura, escuchar los discursos y finalmente caminar en procesión hasta el patio de operaciones del Banco y degustar la copa y el buen jamón. Sin llegar a tanto, sí que se echa de menos la edición de un catálogo aceptable.

Si no la han visto, y aunque ya lo hayan hecho porque las segundas y más miradas siempre son en arte más provechosas, no es mala idea volver a visitar esta exposición titulada "Estancias" y que hace referencia al lugar donde se habita o se pertenece o a los paisajes y espacios que contemplamos, imaginamos o convivimos, evocados desde muy diferentes disciplinas y tendencias artísticas. Es lo que tiene disponer de una colección tan importante como la del Banco de Sabadell porque, con suficiente imaginación te permite organizar sin salir de casa exposiciones tan conceptualmente interesantes y plásticamente sugestivas como esta.

La pieza clave o maestra de la exposición es una obra de Lluis Hortolá, dos arcos de chimeneas realizados en madera y óleo que reproducen respectivamente las chimeneas de lujoso y pesado mármol del Salón du Jeu de Madame du Barry y del Cabinet du Billard de Marie Antoinette. Dos modelos de "estancia" sobre los que Félix Riera describe en un muy lúcido y esclarecedor texto que se puede recoger en un folio en la exposición, cómo "el poder pervierte la hoguera en la cueva o en el bosque para sobrevivir al frío invierno para convertirla en una construcción ostentosa haciendo del fuego sagrado un fuego fatuo"; por ahí discurre la crítica reflexión sobre los monumentos levantados por los hombres, alejados de la realidad, para celebrar el poder de unos pocos.

Pero ética e hilo conductor conceptual aparte, lo importante es disfrutar de la contemplación de obras de arte que solo en ocasiones están a nuestro alcance. Cada uno, disfrutará en mayor o menor medida según sus gustos, aunque todas tienen su interés. De mí puedo decir que me fascinó por ejemplo la impresionante monumentalidad, dentro de la esencialidad de su factura, de la "imagen gótica" de Hernández Pijoan, evocación de su "descubrimiento" durante una visita a la Seo de Urgel al contemplar el ciprés del patio enmarcado por el arco ojival del monumento. La permanencia en la "estancia" de Jorge Teixidor, a quien aprecio particularmente, también me resultó particularmente grata, la sensualidad y contenida emoción de sus lienzos verticales en el recuerdo de la pintura americana sometida, pero no del todo, a los rigores del minimalismo y el "support-surface", con sus leves y armoniosas tonalidades verdinegras. Lo mismo "Hogar, dulce hogar nº 2" de Susana Solano, pocas esculturas son tan lugar como las suyas, tan corporales, tan acogedoras, tan recinto, como sus personalísimas estructuras. Pero no se trata de describir los aspectos y las sensaciones que puedan tener o evocar estas obras. A cada uno los suyos. Se trata de vivir en una mañana de frío enero un buen espectáculo de arte.

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