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ENTREVISTA | francisco José Faraldo

"Mi poesía nace de la perplejidad ante el mundo"

"La creación de una comunidad ibérica, que ha sido y es el sueño de tantos iberistas, resultaría algo fantástico"

Francisco José Faraldo. ÁNGEL GONZÁLEZ

Lleva tres décadas sin publicar poesía, aunque ha seguido escribiendo a su ritmo. Francisco José Faraldo (Ferrol, 1947) tiene reciente La mano en el fuego (Bohodón Ediciones), que presentará hoy en Mieres y el próximo lunes en Gijón. También le acaban de traducir al portugués El amigo invisible, un ensayo en el que ofrece una singular perspectiva de Portugal, país que conoce muy bien (fue profesor en Lisboa) y en el que pasa la mayor parte del año. Faraldo tiene una fuerte vinculación con el Principado, donde ejerció como maestro y desplegó una intensa actividad cultural: fue uno de los introductores del asturiano en las escuelas y fundó Área Ibérica.

-Ha pasado mucho tiempo desde "Prédica del iluso"...

-Desde 1987 he ido publicando intermitentemente en algunas revistas, también en portugués. En este libro hay, incluso, unos tres poemas de aquel libro. He estado con cosas de música y textos de otro tipo. Llegado a esta edad, pienso aquello de que la poesía es eso que no puedes dejar aunque te deje y que no te deja aunque tú la dejes. En mi caso, viene y va cuando quiere.

-¿Qué lugar ocupa, entre sus muchas dedicaciones, la poesía?

-Un lugar importante, central. Cuando yo era niño conocí a un relojero que se pasaba las horas con una lente puesta en el ojo. Aquello me fascinaba. Con el tiempo me vuelve aquella imagen e intento ser como aquel relojero, con sus pinzas minúsculas. Intento también ser preciso, riguroso; una poesía con técnica que puedo, que decía Celaya. Hay que huir de la poesía que es una especie de efusión sentimental; la poesía como resultado de algo que sólo se puede decir de esa manera.

-¿Qué es "La mano en el fuego"? El soneto tiene un gran peso en el libro?

-Para mí, la poesía nace de la perplejidad que me produce el mundo. Esa perplejidad te lleva a explicarte en lenguaje poético para explicar ese asombro. La primera parte del libro son poemas sobre la identidad, mientras que la segunda hace referencia a los otros, y de ahí la poesía amorosa. El soneto es, por recordar lo que decía Cortázar sobre el cuento, una manifestación literaria esférica, una forma perfecta que se justifica por sí misma. Me parece muy útil intentar escribir siguiendo las estrofas clásicas, la métrica. El soneto es algo perfecto, difícil, y los he escrito por disciplina y como ejercicio para lograr esa precisión. Me gusta mucho leer a los clásicos.

-En el libro hay también una cierta conexión lírica con algunos poetas de la Generación del 50. Hay, además, algún poema en portugués...

-Sin duda, existe esa conexión con poetas de la Generación del 50. Empiezo a atreverme a hacer textos en portugués, sobre todo cuando la temática resulta apropiada. Incluyo, además, un soneto que lleva una partitura hecha por una amiga que es pianista.

-Le han traducido al portugués en ensayo "El amigo invisible", donde da una original visión del país vecino.

-Sí, se ha presentado ya en Portugal. Los portugueses son muy curiosos: les gusta saber lo que los demás piensan de ellos. La parte que le dediqué a la Revolución (de los Claveles) ha sido polémica.

-Una aproximación impertinente, dice el subtítulo del libro?

-Bueno, no es convencional. Es una visión de alguien que vive allí, de un espectador.

-¿Y Portugal sigue siendo para los españoles ese vecino invisible?

-Estoy totalmente convencido. Sólo falta leer la prensa para ver, por ejemplo que hay conflictos, como el derivado de las centrales nucleares, que no aparecen. No se habla de ese tema, y es lo habitual. Como digo en el libro, podemos hacer un seguimiento y ver qué se ejecuta realmente de las decisiones que se adoptan en las Cumbres ibéricas. La respuesta es cero; no se hace nada. La relación sigue siendo invisible porque los españoles hacen poco por aproximarse; lo intentan más los portugueses. Portugal es más abierto que España. Ahora mismo tienen dos ministros negros, lo que resulta difícil imaginar en España. El portugués intenta hablarte siempre en castellano, mientras que el español llega allí dando voces y arrasando.

-¿Por qué esa actitud española?

-Al desconocimiento. He tratado con un consejero cultural de la Embajada española que te decía, refiriéndose a Portugal, que él sólo había oído hablar de Saramago y de un poeta que se llama Fernando Pessoa. "No sé nada más", te confesaba. Ni siquiera se había molestado en leer un libro sobre Portugal.

-Usted es un iberista de palabra y de hecho. ¿El iberismo tiene aún algún sentido?

-Bueno, es como la lucha por la República y asuntos así, que siguen en el imaginario. Hay muchas cosas en contra: los intereses políticos o las diferentes formas de Estado. Ahora bien, el sentido común dice que deberíamos aproximarnos. El iberismo es una tradición centenaria. Ahí están, por ejemplo, autores de la Generación del 98 como Unamuno, y por parte portuguesa, gente con Antero de Quental y otros. Algún día será.

-Saramago llegó a plantear abiertamente la posibilidad de esa unión de los dos países ibéricos.

-Sí, así es. Y trató el tema en "La balsa de piedra". En algunos ambientes intelectuales portugueses, incluso a pie de calle, hay quien dice que como Portugal estaría bien sería convirtiéndose en la décimo octava comunidad autónoma, pero en un marco más abierto, federal, sin predominancias; eso está muy arraigado. En la Universidad de Salamanca se entretienen todos los años en estudios sobre este asunto y el porcentaje de gente que se adhiere a esa propuesta es mayor.

-La unión ibérica tendría una mayor fuerza en la Unión Europea que España y Portugal por separado.

-Claro. Sólo hay que ver la influencia cultural de ambos países en las antiguas colonias. Hay un problema, hablando en términos económicos, y es que nos hdejamos arrebatar esos mercados por los chinos y por otros. Portugal tiene ahora una mala relación con Angola y Mozambique. Se ha perdido toda la influencia que teníamos por falta de sabiduría política. Sería algo fantástico la creación de una comunidad ibérica, el sueño de tantos iberistas.

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