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Héroe que rescata héroe

Flash Gordon. El conquistador, un ensayo de Javier Cuervo que aborda la historia, la sociología y la vertiente ideológica de un personaje ya clásico

Héroe que rescata héroe

Para los que nacimos en los ochenta, "Flash Gordon" (1980) era una película kitsch con Sam J. Jones, Ornella Mutti, Topol, Max Von Sydow y música de Queen. Debajo de sus capas y capas de color, disfraces, chorradas y rayos láser, parecía que no había nada: un héroe demodé, como "El zorro" o "La sombra", que trataba de regresar sin demasiado éxito. De pronto, le volvimos a recordar por su centralidad en la película "Ted" de Seth McFarlane donde el osito protagonista y su compadre permanecían aún fascinados con la figura del filme, que incluso se encarnaba al final del metraje en un ya viejuno Sam J. Jones, pero no tanto por la del cómic.

Ha tenido que venir Javier Cuervo, periodista de LA NUEVA ESPAÑA, con su nuevo ensayo como héroe rescatando a otro. Flash Gordon. El conquistador está dividido en dos partes muy diferenciadas: una inicial, en donde se pone en valor la importancia histórica no solo del personaje sino de su autor, Alex Raymond, y todo lo que rodeaba a esa fábrica de iconos (periodísticos, radiofónicos, cinematográficos) que fueron los creadores del KFS (King's Feature Syndicate) al servicio de William Randolph Hearst durante las primeras décadas del siglo XX. Ahí, por fin, los que vivíamos en una cueva viendo la película de "Flash Gordon" somos iluminados por la antorcha de Cuervo que nos descubre toda una realidad previa que antes solo podíamos adivinar a través de la película kitsch de los ochenta.

No se detiene ahí Flash Gordon. El conquistador. Echo muchas veces de menos un verdadero análisis literario y, por tanto, arquetípico y narrativo de las obras comentadas en trabajos de este tipo: así, estas obras se quedan en una recopilación de anécdotas que ya podríamos encontrar por la Wikipedia a poco interés que tuviésemos por el asunto. No ocurre en este ensayo. Una vez transcurrida la parte histórica y sociológica, Cuervo se entierra en el análisis literario e ideológico: cómo Raymond conceptualizaba al héroe, cómo conceptualizaba a sus mujeres, cómo conceptualizaba a sus enemigos, cómo conceptualizaba sus viajes: si el esfuerzo primero del autor era muy notable, en este tramo termina de completar su estudio con la brillantez que todos los que le leemos en LA NUEVA ESPAÑA a diario ya sabíamos que tenía.

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