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Luisa Carnés novela en Tea rooms la lucha de las mujeres en el siglo pasado

Luisa Carnés.

Cualquier editorial que persevere en el intento acaba adquiriendo una responsabilidad consigo misma, con sus lectores y con el espacio que está llamada a ocupar en el ámbito cultural y literario. Hoja de Lata apostó desde su primer libro (aquel estupendo Arraianos de Xosé Luís Méndez Ferrín) por trazar una línea de títulos y autores que, como poco, planteasen con su discurso e ideología de fondo una enmienda a lo establecido y a los inmutables cánones. Demostrando además que una de las tareas inexcusables de un proyecto editorial es sostener sus intenciones con textos adecuados en rigor y calidad. En Hoja de Lata no faltan ejemplos. Citaré, por haber sido consignados en su momento en las páginas de este periódico, los casos de novelas que, en mi modesto gusto y opinión, son de visita obligada: Los javaneses de Jean Malaquais; Lo poco que sé de Glafcos Zrasakis, de Vasilis Vasilicós o Cosecha de Jim Crace. Obviamente nos son los únicos y uno espera y desea que en un futuro próximo la lista siga engordando. En todo caso, como digo, se trata del futuro. Volviendo al presente es necesario detenerse en Tea rooms. Mujeres obreras de la escritora Luisa Carnés (Madrid, 1905 - México D. F., 1964), una novela de textura costumbrista, con un claro objetivo desde su concepción: reflejar la situación precaria y marginada de las mujeres de su época. Carnés no rehuye la condición de autora comprometida, asumiendo la literatura como un mecanismo al servicio de una causa.

Tea rooms narra las vicisitudes de un grupo de mujeres que trabajan en un salón de té. Cada una representa un arquetipo, un modelo clásico de situarse ante los constantes agravios. No se puede obviar el contexto temporal que rodea la escritura de la novela: redactada entre agosto de 1932 y febrero de 1933, el libro se impregna de un ambiente y de una inercia cuya consolidación tendrá lugar unos meses antes de las elecciones de noviembre de 1933, cuando las mujeres españolas consiguen ejercer su derecho a voto.

Con el impulso y la referencia de figuras de la talla de Clara Campoamor, Tea rooms mantiene a día de hoy su importancia por la capacidad de su autora para trazar rasgos de personajes transgresores - Matilde, la protagonista - que cuestionan la normativa de género impuesta socialmente, según palabras de Antonio Plaza en un oportuno y clarificador prólogo.

Con los rusos Tolstói, Dostoievski y Gorki como autores más cercanos, Carnés retrata el Madrid de los treinta a través de una figura tan representativa como la de Matilde: una chica de acusada conciencia social. Su ejemplo servirá como contraste ante una sociedad patriarcal que arrincona a las mujeres a tareas subsidiarias.

Con un estilo ágil, exento de retórica; resuelto en los perfiles de los personajes; fresco y verosímil en la construcción de diálogos, la novela es el testimonio valioso de un momento y tiene la suficiente calidad como para preguntarse por su ostracismo, pues se trata de una historia que sigue manteniendo una evidente capacidad de interpelación. La razón se antoja sencilla de averiguar: Luisa Carnés es víctima de un canon inspirado y formado por hombres. Perteneciente a la Generación del 27, su nombre debería figurar al lado de contemporáneos con la importancia de Ramón J. Sender o César Muñoz Arconada.

Escritora autodidacta y periodista, Carnés pasó, por avatares de la historia y de su militancia, a formar parte también en buena parte desconocida: la del exilio español.

Su deseo de aspirar a una escritura con capacidad para transformar la realidad, le empuja, en el caso de Tea rooms, a abusar de un tono para su narradora demasiado didáctico y exhortativo. Esa es la tentación, tantas veces inevitable, de los narradores omniscientes: les cuesta reprimir su deseo de intervención. No obstante, que no se vea este pequeño reproche como un reparo. La publicación de Tea rooms debería servir como un punto de inflexión, como la apertura de un camino a recorrer en la recuperación de no pocos valores literarios marginados. Dos cosas, al menos quedan claras: 1) hay mucho trabajo por hacer y 2) compren y lean los libros de Hoja de Lata, una labor como la suya ensancha las perspectivas de nuestra cultura.

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