La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Música

Persona muerde perro

La dificultad de la música para saltar al primer plano salvo por noticias anecdóticas

Aarón Zapìco.

La música clásica, incluso la ópera u otros géneros como la zarzuela, están totalmente arrinconados en los medios de comunicación generalistas. Las secciones culturales han descartado su presencia a medias columnas en la prensa escrita, salvo raras excepciones. Es una cuestión curiosa porque el sector en su conjunto mueve cientos de miles de espectadores y estamos ante un ámbito cultural sólido, estructurado y con una labor ejemplar en la mayoría de los casos.

En las facultades de periodismo se explica que no es noticia que un perro muerda a una persona, sino que ésta muerda a un perro. Es decir que lo raro es lo que acaba siendo novedoso y merecedor del interés periodístico. En la música se ha llevado este aserto a su máxima expresión y sólo se llega a alcanzar un poco de protagonismo mediático cuando alguna extraña circunstancia altera el discurrir de un concierto o su preparación.

Veamos un ejemplo de la pasada semana. De la mano del Centro Nacional de Difusión Musical, y con la colaboración también de la ciudad de Oviedo a través de la Primavera Barroca, se ha producido el estreno en tiempos modernos del "Oratorio a Santa Bárbara" de José Lidón, todo un acontecimiento, comparable a si, de repente, se descubriese un gran lienzo perdido de un pintor del barroco español, lo cuan sí sería noticia muy destacada. Pues bien, el bueno de Lidón y su excepcional creación pasaron prácticamente inadvertidos hasta que un hecho fortuito cambió, para bien, su suerte. Al maestro Aarón Zapico le robaron la mochila con la partitura en su interior, una copia llena de anotaciones con el trabajo de meses ahí condensado. Lo comentó a través de las redes sociales e, inmediatamente, saltó a la prensa nacional ya como algo noticioso y digno de ser tenido en cuenta. No hizo entonces falta que tronase para acordarse de Santa Bárbara y, al menos, el incidente ha servido para visibilizar un acontecimiento que tiene detrás mucho trabajo, desde la investigación musicológica previa a la labor interpretativa.

Asimismo es noticia cuando un director interrumpe un concierto por ruidos de móviles o toses, equivocaciones varias o cualquier anécdota estúpida que puede suceder en cualquier momento al estar ante espectáculos en vivo. Vamos a tener que buscar pequeñas trampas para llamar la atención porque la mera actividad musical se ve que no es noticiable. Todo lo contrario que sucede con el pop, las artes plásticas o la literatura, por poner tres ejemplos muy bien tratados en las secciones culturales con abundante proliferación de previas, entrevistas, análisis, y un largo etcétera de atenciones que de forma continua exponen su actividad ante el gran público. Quizá esta carencia forma parte de la crisis global de los medios tradicionales pero, en todo caso, es muy mal presagio para el futuro cultural de un país cuando se arrincona el patrimonio musical de una manera tan descarnada y feroz.

Lidón y su excepcional creación, equiparable al descubrimiento de un lienzo perdido, pasaron prácticamente inadvertidos

Compartir el artículo

stats