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Alfonso Pinilla | Historiador

"Con la legalización del PCE hubo auténtico riesgo de involución"

"Sin descenso a la intrahistoria no hay comprensión real de lo que vemos"

"Con la legalización del PCE hubo auténtico riesgo de involución"

El historiador Alfonso Pinilla, profesor en la Universidad de Extremadura, centra su labor investigadora en la Transición. La legalización del PCE, su título más reciente, es tanto resultado de ese interés sostenido como del acceso al archivo de José Mario Armero, abogado, presidente de la agencia Europa Press, y uno de los personajes en la trastienda de aquel cambio político de cuya relevancia deja constancia este nuevo libro.

- ¿Cuál es la novedad que aporta su libro sobre un tiempo como el de la Transición, del que tanto se ha escrito y publicado?

-El valor fundamental del libro radica en que por primera vez podemos documentar, negro sobre blanco, los entresijos de la negociación secreta entre Suárez y Carrillo que condujo a la legalización del PCE el 9 de abril de 1977. El presidente del gobierno compartimentó tanto la información que muy pocos de sus ministros conocían sus contactos con el líder del PCE desde agosto de 1976. Todas las reuniones mantenidas con la cúpula comunista, todo lo tratado allí, las conversaciones de Armero con Suárez, Carrillo, Osorio, Areilza y otros líderes del momento quedan consignadas en su valioso archivo personal, al que he tenido acceso gracias a la generosidad de Pilar Urbano y de la familia Armero Montes. Además, el libro no sólo da cuenta del "antes" y el "durante", sino también del "después" de la legalización del PCE, ofreciendo detalles hasta ahora desconocidos que tienen que ver con la presión de la cúpula militar sobre el gobierno Suárez, las gestiones del presidente ante los comunistas para evitar un inminente golpe de Estado o, ya en el orden internacional, la promesa de ayuda política y económica de la administración Carter a la UCD antes de la primera cita electoralde junio de 1977. Para que el lector pueda comprobar, de manera fehaciente y directa, todos estos detalles,la obra cuenta con un vasto anexo documental de 50 páginas donde se reproducen facsímiles que prueban todas estas cuestiones. Así se cumple la máxima del quehacer historiográfico: "lo que no está escrito, no está en el mundo".

- ¿La legalización del PCE fue el momento culminante del restablecimientode la democracia en España?

-Sí, porque los enemigos en torno a los que la dictadura había levantado toda una propaganda de rechazo y miedo, se convertían a partir de ese momento en adversarios que, en buena lid, competían por el poder en el marco de un sistema político democrático homologable al occidente europeo. Con la legalización del PCE, Suárez y Carrillo pretendían cerrar viejas heridas, abiertas desde la Guerra Civil, para forjar un sistema de convivencia en paz y libertad. El hito legitimador en torno al cual giraba el franquismo, la victoria conseguida en 1939, se tornaba ahora en reconciliación de las dos Españas tradicionalmente separadas y enfrentadas.

- ¿Habrían sido posibles unas elecciones sin los comunistas?

-Habrían sido posibles, pero desde luego su legitimidad democrática hubiera quedado sensiblemente mermada, porque no podía construirse una democracia en España, homologable al occidente europeo, sin el primer partido de la oposición, que en aquél momento era el PCE. A lo largo de 1976 he podido constatar, gracias a la documentación consultada, que Suárez no quiere legalizar al PCE antes de la primera cita electoral de junio del 77, pues considera que su concurso desestabilizaría el proceso como consecuencia del probable -quizá inevitable- malestar militar. Esta posición irá cambiando. Uno de los elementos esenciales de la negociación documentada en este libro es que Suárez necesita tanto a Carrillo como Carrillo a Suárez. El presidente necesita legitimar su reforma política hacia la democracia, y una excelente manera de conseguirlo es permitir que el PCE se presente como formación legal a la cita electoral del 15 de junio de 1977. Por su parte, Carrillo necesita la legalidad que Suárez puede concederle para salir del frío invierno de la clandestinidad y convertirse en un actor político que pueda condicionar, desde las instituciones, el proceso de tránsito hacia la democracia. Y en ese trueque de "legalidad" por "legitimidad" radica la clave de esta negociación. En el "cara a cara" secreto que Suárez y Carrillo mantienen en un chalé que Armero posee a las afueras de Madrid, el 27 de febrero de 1977, se ventilan estas cuestiones. He tenido la suerte de poder reconstruir, con detalle, la preparación y desarrollo de esa reunión secreta donde se pusieron las bases de la legalización que tendría lugar casi un mes después.

- ¿Existió auténtico peligro de que aquel paso frustrara el proceso que pilotaba Adolfo Suárez?

-Peligro real, auténtico y demostrado en el archivo personal de Armero. No se trataba de percepciones individuales ni de campañas de miedo orquestadas -como a veces se ha publicado- para obligar a Carrillo a realizar sacrificios simbólicos. No hubo bulo de golpe, sino auténtico riesgo de involución. Dos días después de la legalización del PCE dimite el ministro de Marina, Pita da Veiga, y Suárez no encuentra sustituto, pues todos los almirantes a los que consulta se le cierran en banda, indignados por la decisión del gobierno de legalizar a "los enemigos contra los que luchamos en la Guerra Civil". Sin embargo, la fractura entre la cúpula militar pro-franquista y el presidente Suárez ya se había producido. El último acto de ese drama cristalizaría el 23F.

- ¿José Mario Armero es un personaje en la trastienda olvidado por la historia?

-Sin duda, como tantos otros. Ese olvido se debe, en buena parte, al propio interés de Armero por pasar desapercibido. Una vez legalizado el PCE y antes de celebrarse las elecciones generales del 77, el rey propone a Armero la posibilidad de nombrarle senador (había una cuota de senadores por "designación real"). José Mario Armero contestará: "carezco de vocación parlamentaria". Esta anécdota ilustra su personalidad y esa actitud suya de no "aparecer en primer plano".

- ¿Qué peso tienen los protagonismos personales en aquellos momentos cruciales de nuestro pasado reciente?

-Los historiadores solemos acudir a grandes categorías conceptuales para explicar los procesos históricos. Sin embargo, quizá porque no siempre disponemos de un sólido apoyo documental, ignoramos el papel clave que tiene la intrahistoria, ese conjunto de pequeñas teselas, de actitudes individuales, de actuaciones concretas, muchas veces procedentes de personas desconocidas por el gran público. Sin descenso a la intrahistoria no hay comprensión real de lo que vemos, de los grandes hechos, siempre complejos y muchas veces inesperados.

- ¿Qué aporta esa base documental del periodismo a su perspectiva de historiador?

- Los medios no sólo transmiten realidad, sino que "crean" realidad: definen agendas, dibujan perfiles, redundan en determinados mensajes silenciando otros, y todo ello convierte la Historia en un poliedro con tantas caras como interpretaciones. Una de mis líneas de investigación radica en diseñar teorías y métodos de análisis (sobre el discurso periodístico y sus estrategias de exposición de las noticias) que permitan recorrer y comparar las caras de ese poliedro. Porque sólo se comprende cuando se compara. Por eso en este libro hay muchas referencias a la prensa del momento. Quería ofrecer al lector la atmósfera que acompañó a aquellas cruciales decisiones, y también analizar cómo llega al gran público lo decidido muchas veces "entre bambalinas".

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