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Sociología

El aprendizaje de la crisis

Belén Barreiro perfila el nuevo panorama social en La sociedad que seremos

Vamos muy deprisa, a gran velocidad. Espoleada por su inventiva, la humanidad ha ido acelerando el ritmo histórico y el futuro ya está aquí. El lapso que media entre el diseño y la aplicación práctica por el común de las personas de cualquier artefacto no deja de reducirse. La difusión de la tecnología, y de toda creación cultural, es cada vez más rápida. Todo indica que estamos entrando en una nueva era. La sociedad española evolucionó a lo largo de su historia moderna alternando avances con períodos de estancamiento y pasos hacia atrás, y así fue acumulando cierto retraso en algunos aspectos, por ejemplo el desarrollo del conocimiento científico, pero la democracia le proporcionó el impulso definitivo para recuperar una parte del tiempo perdido y aproximarse a los países que van en cabeza del cambio social.

En línea con este preliminar plantea su discurso Belén Barreiro, que ha podido otear la transformación de nuestra vida social desde varios observatorios privilegiados, primero la presidencia del CIS y, en la actualidad, la empresa demoscópica MyWord, que fundó, y el laboratorio de ideas de la Fundación Alternativas, dirigido por ella misma. A través de sus artículos de prensa venía anunciando las novedades más relevantes que se estaban produciendo en distintos ámbitos de la sociedad española. En uno publicado en el verano de 2012 alertó de la aparición de una fuerza política de características similares a Podemos, que se formaría dos años después, en el caso de que los partidos establecidos no mostraran pronto la reacción adecuada. Ahora ha reunido datos y reflexiones en un libro de lectura amena y sugerente. En él sostiene que a los españoles, de repente, el futuro se nos ha hecho presente. La interacción entre la revolución tecnológica y la crisis ha dado como resultado una sociedad cuádruple, en la que se percibe una clara diferencia entre digitales y analógicos, determinada por la relación de distintos sectores sociales con la tecnología, y otra igualmente clara entre acomodados y empobrecidos, provocada por la crisis.

El cambio social resultante de la tecnología y la crisis tiene manifestaciones de signo diverso. Casi todos los españoles utilizan el teléfono móvil y se conectan a internet, pero por un lado, en un extremo, están los digitales acomodados, aquellos que se han adaptado sin problema a las innovaciones tecnológicas, manejan buena y abundante información y expresan confianza y optimismo, y por otro, en el extremo opuesto, se encuentran los analógicos empobrecidos, que son los damnificados de la crisis, los que viven en condiciones precarias, perciben que se están quedando atrás y piensan en el porvenir con una mezcla de ira y fatalismo. Unos se sienten conformes y satisfechos con el estilo de vida y las oportunidades que les ha traído el cambio social; los otros experimentan algún tipo de frustración.

Estas diferencias se solapan con la brecha abierta entre las generaciones jóvenes y las formadas por las personas de edad avanzada, que estaría en el origen de la escisión multipartidista del voto registrada en todas las elecciones celebradas en los últimos tres años. Cada cuadrante de la sociedad española da su apoyo mayoritario a un partido diferente: los digitales acomodados, a Ciudadanos; los digitales empobrecidos, a Podemos; los analógicos acomodados, al PP; y los analógicos empobrecidos, al PSOE. Entre el perfil social y la orientación política de los españoles parece haber una estrecha correspondencia, aunque ya no sea primordialmente a partir de la clase o la actitud religiosa. Así, el hecho de que el Partido Animalista contra el Maltrato Animal, PACMA, para sorpresa de muchos, haya obtenido el mismo porcentaje de votos que el PNV en las generales del año pasado, podría estar relacionado con que en los hogares del país habite ya un número mayor de mascotas que de niños.

A pesar de que la crisis ha acentuado las desigualdades, Belén Barreiro acoge los cambios que detecta en el comportamiento de los votantes y los consumidores con una predisposición favorable. Saluda el inconformismo de una franja cada vez más ancha de españoles que buscan y difunden información por la red, se implican en todas las facetas de la vida social y, en suma, valoran, sopesan y toman sus decisiones sin verse atados a viejas lealtades. La sociedad española, concluye la autora, sale de la crisis empobrecida y segmentada, pero con la lección aprendida y un conjunto de experiencias, como la participación en las redes sociales, la economía colaborativa o la adquisición de nuevos estilos de vida, que nos transportan antes de lo previsto al futuro que se nos viene encima. Claro que hay visiones menos entusiastas del uso que se hace de las tecnologías y de la actitud de los españoles, incluidos sus dirigentes, ante los asuntos sin resolver que se acumulan en la esfera pública. Las limitaciones de la sociedad española a la hora de debatir sus problemas y encontrar una solución saltan a la vista.

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