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Tinta fresca

Un laberinto inquietante

Guillem López envenena la realidad con la picadura de "Arañas de Marte"

Nos ponemos en lo peor: "La vida es una sesión de interrogatorio en la que Dios juega a poli bueno y poli malo. Al final, todo el mundo confiesa sus crímenes y los de otros en un Auto de Fe que sirve de colofón al sufrimiento". Así arranca Arañas de Marte. Guillem López (Castellón, 1975) sabe cómo hacer que los lectores vivan emociones fuertes, como demostró con las estupendas Challenger o Dueños del destino. Todo empieza cuando Hanne y Arnau pierden a su hijo. Devastación, claro. Y la vida de Hanne se convierte en un torbellino que agita la memoria, que construye sueños, que amartilla premoniciones para fraguar un laberinto donde la realidad se fragmenta y se convulsiona. En un futuro inquietante y cercano, la novela propone un viaje a la ficción especulativa en su versión más escalofriante.

Pero mejor nos lo explica el autor: "Es una novela que cuestiona los fundamentos de la realidad cotidiana. Sobre el motor de un drama familiar, teje una red de posibilidades que interactúan y se relacionan para formar un relato que se intuye, pero que no se presenta al lector. Resulta una lectura viva, porque crece en la imaginación lectora y perdura tiempo después de acabarla, convertida en duda, interpretaciones y desasosiego ante esa realidad inalcanzable".

No solo habla de la pérdida del hijo "sino de la dulcificación de la maternidad, la locura, las profecías autocumplidas, el funcionamiento cuántico de los procesos cerebrales y la percepción alterada. Al estructurarse en forma de telaraña, no hay que buscar una linealidad al relato en el tiempo ni el espacio, todos los capítulos, unidos tal que una red neuronal, existen en el mismo momento. Todo es real y todo es mentira, porque la verdadera historia ocurre en otra parte y lo que se nos muestra no son más que sombras en un muro". No cree que los escritores españoles se dediquen poco al género fantástico "pero lo cierto es que continúa siendo un género menor en su repercusión y trascendencia, a pesar de que el sector editorial es uno de los que mejor ha resistido la crisis y que incluso ha remontado, cosa que no pueden decir otros géneros o sectores. La producción de literatura fantástica es mayor y mas arriesgada que la de hace veinte años, la frontera de los géneros se difumina, los autores se atreven con nichos como el bizarro o el pulp. El género fantástico en España, a día de hoy, gracias a una amalgama de pequeños editores y profesionales es más rico y variado que nunca".

Sobre influencias palpables en el conjunto de su obra, "no se puede negar la sombra de Philip K.Dick sobrevolando entre líneas. Quizá porque de él heredé el cuestionamiento de lo real y también la extrañeza, pero sobre todo la determinación por negar la realidad desde una aproximación realista. Dick fue un retratista de la sociedad americana de los años sesenta y me parece un punto muy interesante como método. A partir de aquí, la lista se convierte en un monstruo literario, porque de eso se trata un poco todo esto de escribir, de copiar sin que se note a todos los que te precedieron. En ese sentido, incluiría a Brian Aldiss, Richard Matheson, Ursula K. Le Guin, Anna Starobinets..." Casi nada. Casi todo.

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