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JOSÉ LUIS GARCÍA MARTÍN | Autor de la antología "Humor, amor y filosofía" y una edición de "Poética", de Ramón de Campoamor

"A Campoamor no se le ha olvidado, se le sigue citando"

"Le leemos como un poeta anecdótico, pero él se veía como un filósofo" | "Tuvo poca relación con Asturias, y Clarín fue su defensor"

José Luis García Martin.

Ramón de Campoamor (Navia, 1817- Madrid, 1901) fue el poeta más popular de su tiempo y, pese a las reticencias de sus contemporáneos, gozó también del prestigio de la crítica. El temido Leopoldo Alas, "Clarín", de quien fue amigo, le dedicó numerosos estudios y fue su gran valedor.

Doscientos años después de su nacimiento y pese al desprecio de su obra en el pasado siglo, José Luis García Martín (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950) cree que, sin dejar de ser un hombre de su época, Campoamor sigue siendo un poeta contemporáneo.

El profesor de la Universidad de Oviedo, crítico, poeta, ensayista y director de la revista "Clarín", acaba de publicar la antología poética Humor, amor y filosofía y una edición de Poética, editadas por Renacimiento, con la idea de animar al lector a adentrarse en la obra de un poeta heterodoxo, de obra extensa y desigual, que no concebía la poesía sin rima y que logró que la gente recitara de memoria, y continúe haciéndolo hoy, sus poemas.

- ¿A qué atribuye esa mala fama de Campoamor en el pasado siglo?

-A que la gente no lo lee. La mejor defensa de Campoamor es la lectura sin prejuicios de sus versos. No se le ha olvidado. Pasó a la memoria popular y se le sigue citando, incluso la burla o la parodia son una forma de existencia. Marcó tanto el imaginario que no es posible no tenerlo en cuenta. En su tiempo fue un poeta paradójico porque fue un hombre oficialista, un político que ocupó cargos significativos, siempre con los partidos conservadores, moderado.

- ¿Por qué tuvo tanto éxito?

-Dentro del moderantismo era un verso suelto y, como poeta, era heterodoxo. Escandalizaba. La poesía que escribía, que hoy nos parece tan moderada, en aquel tiempo era casi una herejía para la gente de su partido. Fue muy leído, era el equivalente a lo que son hoy los poetas de Twitter, un poco García Montero, un poeta prestigioso por las críticas de Clarín pero muy despreciado por la gente más culta, más integrista, que le consideraba un poeta para mujeres. Los poetas serios se burlaban de esas poesías cortas que hacía.

- ¿Qué tenía su poesía para llegar a un público tan amplio?

-Tuvo una idea en cierto modo genial, autorizó que todo el mundo imprimiera sus poemas sin pedir permiso y sin pagar derechos. Su obra fue de dominio público. Le pagaban algunas ediciones cuidadas, pero en América, en cualquier sitio, se imprimían sus libros, se vendían en ediciones populares en los mercados y él encantado, entre otras cosas porque no era escritor profesional, tenía su fortuna. Sus poemas eran de un autor culto pero también populares, como romances de ciego. La suya era una poesía muy ligada a la rima consonante no a la asonante de Bécquer. Y la rima consonante tiene un valor nemotécnico para la memoria. Sus poemas, los breves, se los sabía la gente de memoria, los largos también y, en algunos casos de los mas largos, se quedaban unos versos como un refrán. En cierto modo, creó lenguaje.

- ¿Era un poeta de mujeres?

-Descubrió que en la poesía había un público femenino y se dirigió a ese público, y sus temas eran, en parte, las mujeres. Presumía de ser un buen conocedor de la piscología femenina. Una de las cosas que hizo con mucha sabiduría fue crearse un personaje. ¿Su poesía es autobiográfica?, tiene esa apariencia. Un señor anciano, sabio, que ha corrido mucho mundo, que ha tenido muchas amantes y da lecciones, como un consejero.

- ¿En qué medida su interés por la filosofía condicionó su obra poética?

-Él tenía desde el principio un interés filosófico aunque era autodidacta en la materia. En cierto modo es un filósofo mundano. Es una de las paradojas de Campoamor, que le pensamos y le leemos como un poeta anecdótico que nos cuenta cosas de la vida, pero él se veía como un filósofo que reflexionaba sobre el mundo y esas ideas las objetivaba en anécdotas. No es costumbrista, es un pensador que utiliza los rasgos costumbristas para hacer tangibles las reflexiones filosóficas.

- ¿Cómo fue su relación con Asturias?

-Escasa desde que se va a estudiar a Madrid. Cuando muere su madre, le dedica un sentido poema pero la realidad es que él llevaba veinte años sin venir verla.

- ¿Y con Clarín?

-Clarín tuvo siempre una gran admiración por él. Fue siempre su defensor, escribió las mejores cosas sobre él y fue el que en 1892, cuando se hace el teatro en Oviedo, propone el nombre de Campoamor. Es curioso lo que son los homenajes porque ahora el Campoamor le ha quitado el nombre al poeta, es un poeta que se llama como un teatro, un teatro que se llama como un poeta.

- ¿Qué piensa Campoamor de su propia poesía?

-En "Poética", la primera reflexión que hace un poeta sobre su poesía, la defiende. Su idea central es que no hay lenguaje poético, la poesía se escribe en el lenguaje de la calle, en el lenguaje de la gente culta, de la conversación, de la buena prosa y trata de los problemas reales que afectan a la gente, no de fantasías. Tiene algo que le aleja mucho de las ideas contemporáneas, que es que no concebía la poesía sin rima.

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