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Arquitectura

Barozzi-Veiga, del neanderthal de Piloña a Blade Runner 2049

La peculiar recuperación de un proyecto para el museo del Sidrón

Interior del proyecto de Barozzi-Veiga.

Las obras que vemos construidas tras los concursos no son más que lo que aflora de un profundo y silencioso trabajo que hemos realizado los arquitectos durante todos estos años. Cada pieza de estas, que a veces se critican con superficialidad, viene en general de un concurso, que dejó por el camino montones de horas, de desvelos, de esfuerzos, de dinero?que pusieron muchos arquitectos, muchos equipos, con ilusión frustrada.

El concurso para el centro del Neanderthal de Piloña, Asturias, fue uno de estos en los que la calidad de los proyectos presentados fue absolutamente extraordinaria y sin embargo no parece que finalmente se vaya a llevar a cabo, más bien está aparcado sine die ¿quién pagará este derroche? Los equipos de arquitectos ya lo pagaron.

El primer premio, del equipo de Manuel Gallego Picard no parece, como decimos, que vaya a ver próximamente la luz. Tampoco otras propuestas extraordinarias como la de SOMA arquitectos (Coruña-Madrid), la de Tapia Figueiras (estos nos han dejado, desde Salamanca, multitud de propuestas interesantísimas en muchos concursos que nunca parecen llegar a realizarse), los donostiarras VAUMM arquitectos, u otra de ZigZag (los premiados de las casas negras de Mieres), o la mierense Andrea Fernández que quedó finalista?.También de mi admirado José Ignacio Linazasoro hubo una preciosa y muy desarrollada solución para Piloña que quedó en nada. Pero todas estas, y la que ahora vamos a comentar, se conocen porque sus autores, a pesar de no ganar, colgaron en internet su trabajo para mostrar su buen hacer.

Y es que, y es la razón de este artículo, la propuesta de Barozzi-Veiga para el museo del Neanderthal de Piloña (2010) es ahora recogida en la nueva película Blade Runner 2049, dónde aparece como la oficina de Wallace. Esta coincidencia (que recogió Klaustoon desde su blog y que ha difundido la plataforma Archdaily esta semana), nos muestra como todos estos años hemos tenido por el sistema de los concursos de arquitectura, delante de nosotros, la vanguardia del mundo y no la hemos sabido ver en muchas ocasiones. Los arquitectos Barozzi y Veiga fueron llamados hace año y medio por la productora de la película americana para pedirles permiso para su uso, y están ilusionados por está difusión de su trabajo, que de este modo cobrará una nueva vida.

Fabrizio Barozzi (Rovereto, Italia) y Alberto Veiga (Santiago de Compostela) son un equipo, radicado en Barcelona (a pesar de lo italiano-galaico) que ha recibido una de las más altas distinciones en el mundo de la arquitectura en Europa, el premio Mies Van der Rohe 2015 por su obra, un auditorio de cristal, en una ciudad hanseática que conozco bien, Szczecin en Polonia (la antigua Stettin a orillas del Odar). Han recibido además el premio Ajac del Colegio Arquitectos de Barcelona, el Premio Internacional Bárbara Cappochin 2011 (por un edificio estupendo por lo sensible con el patrimonio que es el Consejo Regulador del vino de Ribera de Duero en Roa, Burgos), Medalla de Oro de la Arquitectura Italiana 2012 en la Trienal de Milán, el Talento Joven de Arquitectura italiana 2013? Y nosotros, también sin enterarnos, de Barozzi-Veiga tuvimos en Asturias una de las casi cincuenta propuestas del concurso para el Museo de la Tabacalera de Gijón, que tampoco sabemos bien cómo acabará, y que tampoco fue premiada.

En la primera Blade Runner se utilizaban también arquitecturas muy interesantes, la casa de Harrison Ford era ni más ni menos que la Casa Ennis del mismísimo Frank Lloyd Wright. Pero además otras veces pasa lo contrario, se crea una cosmogonía total, especialmente cuando el guión se desarrolla en el futuro, y el cine entonces se adelanta y crea las imágenes que vendrán luego. Así también en la primera Blade Runner (1982) de Ridley Scott, podemos encontrar en los decorados de fondo antecedentes de arquitecturas que vendrían después como lo que luego serán las torres Kio ( Philip Johnson) o rascacielos con la forma de pepino que luego tuvieron la torre Agbar de Barcelona ( Jean Nouvel) o la Swiss Re de Londres ( Foster).

Espero que estas líneas sirvan para que ustedes valoren esa labor intensa que los arquitectos vienen realizando por la sociedad, sin lucro alguno, tras esa propuesta que aparece en los periódicos como el primer premio. Propuesta que, como vemos muchas veces, hace sufrir aun más a sus autores porque se creen que llegará a materializarse, a cosificar su idea y al final, muchas veces, no deja de ser una más de las propuestas de la exposición de proyectos presentados o una entrada en una página de internet...

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