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Arte

La perfección de un mundo imperfecto

Las irrealidades construidas de Dionisio González en el Bellas Artes de Asturias

La perfección de un mundo imperfecto

Dionisio no lo sabe, pero él es arquitecto. Sí lo sé, y fotógrafo, y poeta y artista. Camilo Boito, el teórico italiano, decía que las obras restauradas por Viollet Le Duc (Carcasona, Notre Dame, Aviñón?) le ponían en una situación de "feroz perplejidad de juicio" porque no sabía qué partes eran realmente antiguas y cuales restauradas o inventadas por el francés. Esta perplejidad es precisamente una de las fuentes artísticas de Dionisio González. En su obra lo real fotografiado y las piezas que introduce, realidades virtuales, van formando un entramado, que el observador, que pasa así a tener una participación activa, trata de desenmarañar. Así la mentira, la mentira evidente, pone de manifiesto lo que completa a la realidad, lo que, por contraste le da un sentido mayor. Sobre una isla de arena del Golfo de México, Dauphin Island, donde la arquitectura se hace con madera que, periódicamente, los huracanes se vienen a llevar, y los habitantes reconstruyen como Sísifos, como agnósticos de San Pablo que no quisieron creer que, como el amor, las casas se han de fundar en piedra, y entonces llega Dionisio e introduce unas piezas de hormigón, duras de material, blandas de forma, que relatan al diseño urbano, excesivo y contrastan con las expectantes construcciones de madera que el huracán va a devorar? Hemos visto otras veces propuestas suyas similares, en la misma línea, como aquellas piezas introducidas entre favelas, que en la colección Alcobendas, nos enseñó el Niemeyer. O, también en esta exposición, parte que ya se vio este año en Nueva York, introduce en el Central Park piezas orgánicas, redondeadas, curvas?que contrastan con la ortogonalidad de los edificios que se alzan tras los árboles? nos completa. En otras partes de esta muestra, Dionisio es narrador, y cuenta la nueva arquitectura de Holanda, esas piezas montadas sobre el agua, con patas como animales de Archigram, con forma de bañeras otras, sobre puentes grúas de muelles abandonados?

La precisión de la producción, los hologramas, maquetas, las fotos inmensas que nos permiten zambullirnos en ellas, olvidarnos de cerca, de que son retales de realidad y no realidad misma, dan un sentido de perfección, al imperfecto, al irreal mundo.

La pantalla que muestra, en la exposición, las variaciones geométricas producidas por ritmos que el autor relaciona con Xenakis, músico e ingeniero que introducía ritmos en la obra de Le Corbusier, como el pabellón Philips, referencia aquí, o las vidrieras de la Tourette? es de una elegancia, fría y matemática.

Construir, habitar, existimar hace referencia a la conferencia que dio Heidegger tras la gran guerra "Construir, habitar, pensar". Utiliza Dionisio, que también diseña con las palabras, ese término extraño que hace referencia a la estructura intelectual que da soporte a una obra, pero en su caso la acepción que prefiere remite a la estructura que construye la mentira.

Dionisio no lo sabe, pero ya no es ni asturiano, ni es de Sevilla, pertenece al mundo global, ese mundo, tan invadido por lo anglosajón en el que Orson Welles inventó La Guerra de los Mundos, en el que apareció el Moon Great Hoax que fue publicado y ampliamente creído, con el reportaje del descubrimiento de la vida en la Luna? Y paradójicamente, como dice el profesor de los crímenes de Oxford sentado en la sala del Albert y Victoria Museum de Londres, donde todo son vaciados falsos, nunca se está entre más verdad, como cuando uno se sabe entre todo mentiras. El mismo Dionisio, en sus clases de Master de la Universidad de Sevilla, inventó, documentó y explicó la vida y obra de cinco artistas que nunca existieron. Con todo ello, el artista está más dentro que nunca de la realidad que vive, que todos vivimos, en una sociedad en la que solo lo publicado es cierto y donde la imagen, adulterada o no, campa por la red con pasaporte de verdad. La historia de las casas de Marcel Breuer y Erich Mendelsohn que ya no existen ( o que nunca existieron), con documentos de su licencia de obras, con los comentarios grabados de la época, donde Wright, Le Corbusier , Gropius o Koolhaas nos dan su versión de los hechos?Las maquetas, las fotos de la obra terminada?

Estos días han oído, sobre González, que es un artista que ha expuesto en Berlin, Nueva York, Suiza, Holanda? de fama mundial y que ha trabajado en muchos destinos muy lejanos?.Cuba, Brasil, Vietnam, Estados Unidos, Corea del Sur? pero lo que más me sorprendió de él, lo que da muestra de su tremenda valía, es que en el año 2011 representó a Italia en la Bienal de Venecia. En aquella exposición, que pudimos ver en gran parte en Gijón, cuando Pilar Lafita era una pieza fundamental de la Cultura local, Dionisio, debatió con otra de sus obsesiones: el tiempo, lo que pudo haber sido y no fue. Así gracias a su destreza vimos "realizados" los proyectos para Venecia de Le Corbusier para el hospital, la casa de Frank Lloyd Wright o el auditorio de Kahn que nunca se pudieron hacer, y luego, como al revés sustituía las viviendas de Gardella por una pieza suya o incluía el teatro flotante de Rossi que sabemos que sí fue verdad y que, al aparecer entre los otros generaba, una vez más, esa feroz "perplejidad de juicio" que a nosotros tanto nos gusta.

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