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Historia

El reverdecer de la leyenda negra

García Cárcel confronta en El demonio del Sur con algunos éxitos editoriales que defienden la vigencia del relato oscuro sobre la españolidad

Que un libro sobre la pervivencia de la leyenda negra de España se haya convertido en uno de los mayores éxitos editoriales de la temporada resulta un síntoma claro de la percepción de acoso en que está encerrado un cierto sentir nacional. A ello no es ajeno el proceso soberanista catalán, cuyo argumentario se nutre de toda una retahíla de viejos tópicos sobre la españolidad, todavía muy presentes en la visión que en el exterior tienen de nosotros incluso personas a las que se le supone una formación solvente, como constatan alguno de nuestros escritores más dolientes. La profesora María Elvira Roca, autora del muy reconocido por los lectores Imperiofobia, asegura proceder de una raigambre ideológica y personal alejada de la de quienes hicieron de ese relato de la España oscura el eje central de una historia en la que todo se reducía a contar la conjura del mundo contra nuestra grandeza imperial, argumento que tendrá muy presente cualquiera que haya sido escolar en el franquismo.

La leyenda negra existe y está muy viva, sostiene la autora de Imperiofobia, en contra de un cierto consenso entre historiadores, que acotan su vigencia a los años más aguerridos del tiempo de Felipe II y reducen sus efectos a los habituales de toda propaganda. "La leyenda negra existe, y es leyenda, y es negra", escribe María Elvira Roca en contra de la negación de la historiografía y en controversia muy directa con Ricardo García Cárcel, quien a mediados de los noventa del siglo pasado desmitificó, junto a otros, esa visión oscura en La leyenda negra. Historia y opinión. "No se puede negar la existencia de la leyenda negra con el argumento de que no existe ni ha existido una conjura universal y organizada contra España", replica Roca en su exitoso libro, y rechaza que el continuo regreso mortificante sobre esa visión sea resultado "de la tendencia que, según García Cárcel, tiene nuestro país a agobiarse en el laberíntico mundo de sus señas de identidad y mirarse en el espejo narcisista regodeándose en lucubrar sobre las opiniones de los otros en medio del ensimismamiento".

García Cárcel, Premio Nacional de Historia por su libro La herencia del pasado, contrarresta las tesis de libros como Imperiofobia en El demonio del Sur (La Leyenda Negra de Felipe II). Hay un reconocimiento expreso al enorme eco de la obra de Roca cuando asume que ese relato oscuro "lejos de estar enterrado, parece estar muy vivo, a caballo de renovadas inquietudes en torno a nuestra identidad nacional". Pero más allá de esa pervivencia y actualidad, el catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona, niega cualquier vigencia de la leyenda negra fuera del "marco de la historia de los flujos de opinión, la imagología, con todas sus connotaciones racionales e irracionales". "No creo que se deba asumir el concepto de Leyenda Negra antiespañola como la fatídica maldición de la descalificación exógena de nuestro país, que nos castiga con la imagen de un pueblo atrasado lleno de fanáticos religiosos, culturalmente limitado y explotador de víctimas inocentes", insiste el historiador. Tomando como título el apelativo con el que Voltaire ensartó a Felipe II, el autor de El demonio del Sur se aplica en "explorar la complejidad de su personaje protagonista" y a partir de ahí analizar "el proceso de la construcción de la imagen de España" en el siglo XVI, con el objetivo último de demostrar que "la tesis del excepcionalismo español es inadmisible". Para ello recurre a los testimonios ya manejados en anteriores trabajos, que dan al libro cierta densidad propia de la investigación histórica.

García Cárcel reconoce el mérito del trabajo de María Elvira Roca, a quien reprocha la contradicción de que "entienda la Leyenda Negra como la derivación de la Imperiofobia" y al mismo tiempo "dramatice las críticas a la España de la Leyenda Negra asumiendo tácitamente la excepcionalidad española como víctima exclusiva de mentiras y falsedades exógenas". Para García Cárcel "no hay que buscar el origen exclusivo del problema en las oscuras fuerzas de la propaganda exógena, sino en la debilidad de la propia monarquía para autolegitimarse y venderse fuera".

La grandeza de España se enfrentaba a un grave problema de sostenibilidad por la insuficiente de recursos financieros para mantener, entre otras empresas, el ejército de mercenarios que se aplicaba en embridar a los Países Bajos. En el frente externo el enemigo estaba bien definido pero existía un frente interno más difuso y camuflado que se hizo bien visible con el proceso contra Antonio Pérez, el secretario del rey, que para García Cárcel fue "la judicialización de una determinada gestión política que había dejado tras de sí muchas víctimas". Las sospechas en torno a la muerte del príncipe Don Carlos ensombrecieron las últimas décadas del reinado. El fracaso, sobredimensionado, de la "Armada invencible" se interpretó como episodio de expiación de la soberbia imperial. Todo ello sirvió de materia prima a la leyenda negra, una elaboración propagandística bajo la que subyace el hecho de que Felipe II "rigió una monarquía muy difícilmente gobernable por problemas de extensión territorial y de sistema".

El demonio del Sur es historia de la buena: fiable, documentada y crítica, de esa que sirve para que el pasado no nos arrolle en cada trance de nuestro devenir nacional.

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