Quien consulte la biografía del poeta suizo Maurice Chappaz (1916-2009) percibirá de inmediato su carácter de hombre imprevisible, dominado por el impulso, lanzado siempre a navegar contra corriente. Chappaz fue, se dice, uno de los mejores conocedores de la Alta Ruta (Haute Route), la travesía alpina que, a lo largo de unos 180 kilómetros, enlaza el Mont Blanc con el Cervino. Un territorio de glaciares que se puede recorrer en una semana esquiando o en dos si se va a pie. Pero, claro, la Alta Ruta, narrada por Chappaz, no alumbra un libro de alpinismo al uso sino una peculiar composición literaria en la que se funden hombre y paisaje en una aventura que el propio autor no duda en calificar de erótica. Huyendo de las explicaciones técnicas y lanzándose a tumba abierta a las simas de su subjetividad ("me persigo y huyo de mí"), Chappaz compuso uno de los textos más singulares sobre la alta montaña.