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MÚSICA

La Sociedad Filarmónica de Oviedo

La importancia patrimonial de una entidad clave en la cultura local

Demasiadas veces damos por obvias que determinadas instituciones o hechos que creemos consolidados lo están plenamente y apenas requieren mayor defensa que la de continuar con el discurrir de sus actividades sin mayor atención. Sin embargo, la realidad nos sorprende día a día y, por ello, conviene volver una y otra vez a reiterar lo básico, lo elemental, que curiosamente es lo que no siempre se comprende y se valora con la entidad adecuada.

Desde 1907 la ciudad de Oviedo consiguió ubicarse de lleno en la vanguardia internacional de la organización de conciertos. Lo consiguió gracias a la fundación de una entidad, la Sociedad Filarmónica, que sería una de las primeras de España y que ejercería influencia determinante en la formación de los circuitos artísticos españoles, en la constitución del gusto musical de la ciudad y que, desde entonces, ha escrito páginas memorables que quedarán para siempre en la historia cultural de Oviedo.

Gracias a la Filarmónica la ciudad logró insertarse en la élite musical del siglo XX. La Filarmónica se fundó en una ciudad en la que la música era ya parte esencial de la misma desde siglos antes. A ver si nos enteramos de una vez. La especial cercanía de los ovetenses a la música no es un invento de última hora. Es una tradición enraizada que responde a factores muy diversos, muchos de ellos perfectamente estudiados por los profesores de musicología de nuestra Universidad, también pioneros en su ámbito en el conjunto nacional.

Los procesos culturales son muy lentos. No se construyen en tres meses. Necesitan décadas de trabajo constante y de la implicación y complicidad entre el sector público y la sociedad civil. Sólo al final dan fruto y generan riqueza. El otro día leía en este diario una magnífica entrevista al tenor J orge de León que expresaba una idea que deberían rezar a modo de jaculatoria nuestros responsables políticos: "Si la cultura le parece cara, pruebe con la incultura". Aún en la mentalidad de muchos los presupuestos culturales se ven como un gasto, no como una inversión. Pese a la obligación constitucional de las instituciones públicas de acercar la cultura a la ciudadanía.

Pues bien, esa labor, cuando este país era tercermundista en el ámbito cultural, la realizaba, de manera desinteresada, la Sociedad Filarmónica en Oviedo. Sobrevivió a revoluciones, guerras, periodos económicos de enorme dificultad o la dictadura. Viviendo siempre las visicitudes de la ciudad en primer plano. Perdió todo su archivo con la quema del Campoamor en la Revolución del 34 y vio como los ovetenses donaron programas de mano y toda la documentación que poseían para restaurarlo en su integridad. Hoy es uno de los grandes tesoros culturales de la ciudad. Una joya única. La Filarmónica trajo a Oviedo a músicos como Rachmaninov, Falla, B éla Bartók, Hindemith, Respighi, Ravel, Granados, Casella, en una lista interminable que se extiende durante más de un siglo. Esos nombres forman parte de la historia de la música del siglo XX y los ovetenses pudieron disfrutar de su presencia en su ciudad por el buen hacer de sucesivas juntas directivas que nunca cobraron nada por hacer su trabajo con honestidad y entrega absolutas.

Otra característica de la Filarmónica fue su carácter transversal y abierto. Siempre ha mantenido unas cuotas muy ajustadas con el fin de no poner barreras económicas para el acceso a los conciertos. De ahí la heterogeneidad de los socios diseminados por toda la ciudad: por el centro y los barrios.

No atraviesa ahora la entidad por un buen momento. Necesita de la ayuda de la ciudadanía. Su defensa creo que es una responsabilidad colectiva que a todos debe implicar, en primer lugar a las instituciones. El formato de los conciertos ha cambiado y la propia Sociedad ha de dar un giro de cara al futuro. La Filarmónica de Bilbao, la de Las Palmas o la Sociedad de Conciertos de Alicante lo están consiguiendo. Oviedo ha de estudiar fórmulas y, en este sentido, los próximos años son claves para garantizar la supervivencia de la misma. Bilbao tiene, a día de hoy, uno de los mejores ciclos de música de cámara del país. Sin duda es un camino a seguir porque en Oviedo es un hueco que se debe cubrir. Además hay un valor añadido, el propio teatro Filarmónica que es la mejor sala de Asturias para la escucha de formaciones camerísticas y recitales. Su acústica es excepcional. La Filarmónica, por su parte, tiene que entender que sus males no vienen de la competencia, porque una oferta lo suficientemente estructurada también genera demanda y se puede generar un interesante intercambio de público. Precisa fortalecer la calidad de sus propuestas, cautivar al melómano con la misma pasión con la que lo lleva haciendo durante ciento diez años. Casi nada.

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