La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco García Pérez: Año sin nieves

Salvados por los clásicos y algunas notables excepciones

Este año ni nos ha traído Patria, de Fernando Aramburu, ni La séptima función del lenguaje, de Laurent Binet. No tengo al 2017 por año de bienes narrativos. Sí, claro, hemos celebrado aquí la consolidación de no pocos autores asturianos ?que recibo con alegría, pero que no nombro por ya nombrados y por si me olvido de alguno o por no preterir a alguna, que grande blasfemia sería. Empero, lo exterior me ha llamado poco la atención. Buenas horas con Recursos inhumanos del mejor Lemaitre, tan desigual otras veces. Buenas con Berta Isla, de Marías, por mi afición al género de espionaje y por esa sintaxis tan suya, tan de aquella manera. Buenas con Pecado, de Benjamin Black, pero tampoco sin tirar cohetes. Buenas y cortas con La uruguaya, de Pedro Mairal. Juzgo las novedades de cada año por lo mucho o poco que haya frecuentado en ese tiempo la relectura o primera lectura de los clásicos, y esta temporada más anduve entre Homero y Montaigne y Pla y Cervantes y Chamfort y Ennio o Propercio que engorilado en la mesa de novedades. Quizá la narrativa se haya ido ya del todo a las series de la tele, quizá ni mis gustos ni paciencia estén ya para majaderías mal escritas sobre nada de nada. Por eso, por tanto clásico trajinado, recomiendo con entusiasmo el reciente libro de Nicola Gardini titulado ¡Viva el latín!, delicia delicada de amor a la literatura y a su fuerza conmovedora, raro fenómeno que no aprecié mucho en este impar año que se va. Y sigo en la línea: Clásicos para la vida, de Nuccio Ordine, otra guía bondadosa de lo que hay que leer, de aquellas que se llamaban las buenas letras.

Compartir el artículo

stats