El mito de Ibiza proviene de la década de 1930, como tantos fenómenos aplastados por la II Guerra Mundial y sólo resucitados en la de 1960. Fue en los 30 cuando empezaron a llegar a la isla todo tipo de personajes, muchos de ellos alemanes que venteaban el olor del infierno. Como el filósofo poeta Walter Benjamin, quien residió en San Antonio un trimestre de 1932 y un semestre de 1933. El poeta y narrador ibicenco Vicente Valero, dueño de una prosa tan diáfana como la luz de la isla, ha rastreado las huellas de su estancia en una nutrida correspondencia y en testimonios orales de supervivientes que aún recuerdan a aquel hombre de gafas redondas "como ruedas de bicicleta" y de vestimenta tan pobre que le valió el apodo de "el miserable". Un hombre en crisis, acosado por la pobreza y el destino, que hacía continuas anotaciones en cuadernos tan pequeños como magna era la obra en la que se insertaban.
La Brújula