La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Xuan Xosé, el poeta que sobrevivió a la política

Sánchez Vicente reúne en "Propia xera" su poesía completa, una obra mayor del Surdimientu al aunar renovación y tradición

Xuan Xosé, el poeta que sobrevivió a la política

Lo primero que sorprende al lector de las más de quinientas páginas de Propia xera, volumen editado por Saltadera en el que Xuan Xosé Sánchez Vicente (Gijón, 1949) reúne su poesía completa (la fechada entre 1974 y 2018, incluidos algunos inéditos y traducciones o versiones de Horacio, Seamus Heaney y Ezra Pound), es la variedad de registros: versos que entroncan con la lírica popular o con el muy rico cancionero asturiano, romances de inspiración histórica, composiciones de índole cívica o social, poemas culturalistas y otros de cuño meditativo o metafísico? Es como si el autor, que tiene como principal eje de su obra a Asturias (sus gentes, sus paisajes, sus circunstancias sociales y políticas), se hubiera fijado a mediados de los años setenta del pasado siglo la ardua tarea de ser casi todos los poetas que él, como buen lector, echaba en falta en la precaria literatura asturiana de aquellas fechas. En buena medida, lo ha logrado.

A estas alturas no deberíamos insistir mucho en lo que está claro: Sánchez Vicente es una de las figuras fundamentales del asturianismo cultural y político, quizás la de mayor relieve si sumamos las muchas facetas que ha cultivado en casi medio siglo de vida pública. Ha sido cofundador de Conceyu Bable, diputado en la Junta General del Principado durante dos legislaturas, líder del PAS, profesor y no sé cuántas cosas más. Tantas que sólo cabe asombrarse de su gran capacidad de trabajo. A la vez que ejercía todas esas responsabilidades, ha sido capaz de desarrollar una amplia dedicación literaria. Ha practicado todos los géneros: novela, cuento, teatro, ensayo, artículos. Miembro de la Academia de la Llingua Asturiana, ha descollado asimismo como lexicógrafo con dos diccionarios de referencia.

Hay quien opina que el protagonismo político de Sánchez Vicente (fue transitando desde la socialdemocracia hacia posiciones más próximas al centro-derecha) ha difuminado su importancia como escritor, y más aún, como el excelente poeta que es. Un desenfoque sin duda injusto, porque posiblemente la poesía constituya el núcleo principal de sus intereses intelectuales. Quienes no hayan leído la obra lírica del autor gijonés, se sorprenderán favorablemente con muchos de los textos que ofrece Propia xera. Y quienes poseen un conocimiento parcial de su poesía acabarán por convenir, tras pararse en este volumen, que los seis poemarios aquí reunidos forman uno de los corpus insoslayables del Surdimientu, o sea, de la literatura escrita en asturiano desde Del aráu a la pluma: antoloxía d' una nueva poesía bable (1977) hasta la fecha. Un libro que se justifica porque algunos de esos primeros títulos están agotados desde hace tiempo. Y también porque, como afirma Antón García en su medido prólogo, estamos ante un poeta "esencial" de la literatura asturiana contemporánea.

Lo segundo que llama la atención, después de leer Propia xera, es la tensión de voces que se cruzan y conviven en la poesía de Sánchez Vicente. Y desde su primer poemario, Camín de señardaes (1980), hasta el último, De les hores y les memories (2016). Tradición y experimentación (en ocasiones experimentación con la tradición) son las dos líneas maestras de una lírica en la que caben sonetos, décimas, romances, pero también el versículo, el poema en prosa o el caligrama a la manera de Apollinaire (así se presenta, por ejemplo, As de corazón/es/y/es, que fue premio "Xuan María Acebal" y se publicó en el 2001). El poeta ha hecho de ese polimorfismo una marca de estilo que posiblemente fue perjudicial para la recepción de sus libros por los autores más jóvenes del Surdimientu, pero en el que vemos hoy, con la debida perspectiva y como decíamos al principio, una de las fortalezas de esta obra en la que hay composiciones para casi todos los paladares poéticos.

La riqueza formal y de contenido (aunque insistimos, su principal veta temática es la vida de un asturiano a caballo de dos siglos; otra historia de búsquedas y pérdidas) están ya presentes en Camín de señardaes. Hay poemas de tono político o cívico, como en otros autores de la primera generación del Surdimientu (pienso sobre todo en el más aplaudido entonces, Manuel Asur), pero encontramos además al poeta que celebra el paisaje o que canta el entorno familiar, como en el extraordinario soneto "A Xuan Xinés, de tres años, lloñe de so pá". Un año después, en 1981, publica Poemes de Xixón, donde nos gusta más el poeta neopopular que sigue al primer Alberti ("Pela Coría, neña,/ pela Coría."), que el comprometido con una poesía social de dicción muy gastada, caso de "Un home comía pulgos nuna papelera a les seis de la tarde".

Más interés ofrecen los dos poemarios siguientes, De rei dores costes (1988) y ?Y de llastientes picos (1999), donde despliega, junto a la habitual riqueza léxica de su asturiano, las asimiladas influencias de la mejor tradición poética (de Lope de Vega o Góngora a Neruda) y una muy meritoria incursión en la erudición inventada. Antón García ve a Sánchez Vicente (no olvidemos que este último conoce a fondo a Antón de Marirreguera y editó El caballu, de Francisco Bernaldo de Quirós) como un poeta neobarroco "que se manifiesta na exaltación de los espacios y los cuerpos, na revalorización de la diferencia". El escritor gijonés publica dos años después el ya comentado As de corazón/es/y/es, una de las más originales contribuciones a la poesía del Surdimientu. Y dejará pasar tres lustros para dar a la estampa De les hores y les memories, donde la voz hecha del poeta deja que se filtren aquilatadas resonancias horacianas.

Propia xera es una de esas obras (desde la ilustración de la portada, que reproduce un lienzo del fallecido pintor gijonés Javier del Río, a las notas justificadas y nada cargantes) que enriquecen la cultura asturiana. Y el reencuentro con un poeta sustancial al que por fortuna no han devorado ni la política, ni los ignorantes odiadores que silban o patean cuando escuchan la lengua que mamaron, según expresión de Jovellanos.

Compartir el artículo

stats