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Arquitectura

La claridad de Sánchez García

Rigor y limpieza en la obra del arquitecto extremeño

Círculo del Guijo, obra de José María Sánchez García.

Conocí a José María Sánchez García en Pamplona, en un descanso de unas conferencias a las que nos habían invitado a través de la Fundación Arquitectura y Sociedad, que lideran Patxi Mangado y Luís Fernández-Galiano. No me imaginaba que el autor de piezas tan increíbles, exquisitas, de esa limpieza y rotundidad, fuera una persona tan llana, con el acento extremeño aún, que se pasea y da conferencias por Alemania, Suiza, Inglaterra, Portugal, Croacia, Italia, Iberoamérica? donde ha recibido multitud de premios. Y es que Sánchez García (1975) era un niño del pueblo de Don Benito en Badajoz que crecía cuando también crecía allí la casa de cultura de Rafael Moneo. Edificio este que ya nos adelantaba, con sus lucernarios característicos, partes de obras que el navarro repetiría luego en Estocolmo (Museet) o en Houston. Se inauguró esta obra del Pritzker, que llevaba la arquitectura moderna a aquel apartado lugar en 1998, cuando José María debía decidir ya qué estudiaba, y sin duda, la celebridad del arquitecto famoso y la singularidad de su obra, que tuvo que ser acontecimiento en Don Benito, incentivaron la vocación de este extremeño.

La enseñanza de la arquitectura, esa dedicación que además de la satisfacción propia de enseñar te ayuda a ordenar tu propia cabeza, es una de sus habituales empresas. Graduado en el 2002 en la Escuela Técnica Superior de Madrid, se doctoró en esta misma escuela en el 2016 y es allí donde enseña. Además es profesor invitado en Mendrisio, Suiza, en Gotemborg, en la Luisiada de Lisboa, y ha dado conferencias como la que veremos hoy por todo el mundo.

Su manera de obtener trabajos es la lucha del concurso, donde ha ganado muchos como medio de obtener estos proyectos que analizaremos luego. Con el premio se gana también el respecto de los clientes que le permiten hacer trabajos impecables. En Asturias se presentó al del Neanderthal de Piloña recibiendo la mención primera.

Para mí el mejor proyecto para la Cidade da Cultura de Santiago fue el propuesto en el concurso por Rem Koolhaas, pero no pudo ser, y el premio se lo llevó Eisenman con su interminable y farragosa obra. Parece que Sánchez García, consciente o no, cogió aquel testigo perdido y en el proyecto del Círculo del Guijo lo hizo realidad en el embalse Gabriel y Galán. Esta obra suya mereció una exposición individual en el Centro Cibeles de Madrid (junio-septiembre 2015, con Jacobo García-Germán como comisario). La limpieza de los proyectos de José María Sánchez nos atrapa por su claridad y rigor constructivo, que se lleva bien con los terrenos adustos en los que se sitúa. Al pan, pan? La rotundidad de la circunferencia y la delicadeza con la que se apoya en el suelo, hacen que ni lo toque, que los pilarcillos de hierro entren al suelo de puntillas, que sea, como una nave espacial suspendida que no acaba de aterrizar. Por otro lado su tamaño hace que a nivel de peatón, cuando te sitúas en el centro entre los pinos, el edificio nunca tenga esa presencia, que sabemos sólo porque la vemos en las fotos aéreas y porque conocemos la geometría de la circunferencia.

Quizá tuvo más difusión, por el contraste fuerte, el entorno del templo de Diana en Mérida, que plantea, con una confianza absoluta en la arquitectura de nuestro tiempo, una solución perimetral en hormigón blanco que deja en el centro la bellísima pieza romana. A pesar de la dureza del planteamiento, su carácter mudo, con pocos aditamentos y elementos expresivos, hace que el monumento romano mantenga su protagonismo (este proyecto recibió el reconocimiento con el Primer Premio de International BSI Swiss Architectural Award en 2014). Son proyectos difíciles los que se avecinan de tan ilustres patrimonios (la Maison Carré en Nimes y el museo vecino de Foster?). Pero su valentía (y riesgo) ha sido premiada también por la juventud local que lo ha hecho punto habitual de reunión emeritense? El Miesianico (de Mies no de Mesías) centro de remo en Alange en Badajoz, es una pieza limpísima, transparente, sólo levemente inquieta por las diagonales estructurales, que aparece en el paisaje árido como pieza posada. Otra obra rotunda, como un castillo que le falta a su pueblo, es la nave de material eléctrico que forrada con chapa de acero que refleja la luz de aquel paisaje, aparece en su rotundidad muda, sin dejarnos ver lo de adentro, como aquella vez que Christo y Jeanne-Claude envolvieron el Reichstag berlinés?

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