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Arte

El renovado universo plástico de Zaratiegui

La retrospectiva de un artista felizmente recuperado para la creación tras un largo periodo de mayor dedicación a la enseñanza

"Hermafroditas", obra de 2017.

Que la inauguración de una exposición de arte coincida con el día de la bestia, "la bestia del este" meteorológica quiero decir, y a la misma hora en la que tiene lugar la impresionante y multitudinaria concentración registrada en Gijón para dar el último adiós a Quini en El Molinón, no es algo precisamente deseable para un artista que presenta una muestra retrospectiva de su obra. Y sin embargo ni siquiera esa doblemente desafortunada circunstancia impedirá que el recuerdo de la inauguración de su exposición el pasado miércoles 28 de febrero figure entre los mejores recuerdos que de su vida artística pueda conservar Juan Zaratiegui, quien quizá en otra situación se hubiera sumado, él también, ovetense afincado en Gijón, al gentío de El Molinón.

Porque la exposición retrospectiva de su obra (pintura, escultura y medallística), en la Universidad de Oviedo, dentro de su programa de Extensión Universitaria y presentada por el vicerrector, Francisco José Borge, suponía un hito importante en la trayectoria artística y docente de Zaratiegui por cuanto el alma mater de su formación, extendida luego a lo largo de cerca de cuarenta años como catedrático de dibujo, abría sus puertas para acoger lo que, paralelamente, ha sido un muy considerable trabajo como creador plástico.

Esta muestra, que con ligeras variaciones tuvo un antecedente hace algún tiempo en el Museo Antón de Candás, pone de manifiesto, pese a las limitaciones en el número de obras, dispersas por distintas circunstancias, y fruto de la irregular dedicación por la dividida actividad del artista, la autonomía formal y la apuesta por la modernidad de sus planteamientos estéticos. Los paisajes de las primeras épocas guardan poca relación con la generalizada pintura asturiana del género en aquel tiempo, en el cromatismo, la distribución de las manchas, composición, perspectiva y aplicación de la pincelada, más cercanas a las sugestiones simbolistas o "instantistas", en término de Villa Pastur, que fueron referencia de la Escuela de Vallecas, o de Piñole. Por otra parte los cuadros de figura registran una evidente y acusada personalidad, dentro de las influencia goyescas, pero también del neoexpresionismo, surrealismo o figuración excéntrica cuyos ecos le llegaban en los años de su formación en el Madrid de los finales de los años 70, los "años pintados" consolidados en los 80, la década de mayor proyección internacional de la pintura española, después de El Paso en los 50, tiempos aquellos de no igualada efervescencia cultural y artística en la capital de España. Tiempos en los que Zaratiegui había decidido dedicarse al arte en exclusiva.

Sabemos que no fue así, aunque no dejó nunca de pintar y hacer escultura o practicar la disciplina medallística, la enseñanza ocupó la mayor parte de sus afanes y de su tiempo. Luego, ese largo intervalo se compensó con una frenética actividad de investigación y creación plástica, a partir de su jubilación como retomando una asignatura largo tiempo pendiente. Esta última época, ampliamente representada en la exposición, nos trae, entre otras cosas, esas pequeñas joyas que son las inflorescencias, hierbas y matojos, modestos productos de la naturaleza, transformados en muy hermosas creaciones plásticas por los ritmos dibujísticos, su dinámica geometría, la expresividad y el color, realizados en diversidad de técnicas, constituyen una muy interesante aportación a la pintura del paisaje. Los últimos dibujos negros abstractos, de una precisión, un vigor y una seguridad plástica admirables, resultan verdaderamente muy intensos. pero ese tiempo último también resultó muy productivo para Zaratiegui en cuanto a renovar y ensanchar su universo plástico, y dedicarlo a nuevas pinturas sobre tela o papel, óleos, grafitos o técnicas mixtas, a exposiciones, esculturas como la del magnífico Homenaje al hórreo de Bueño, o medallas, como las creadas en recuerdo de Kely para la Feria de arte de Oviedo, o de Jesús Villa Pastur para el Certamen la gastronomía y la pintura de Casa Consuelo en Otur.

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