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Fue expulsado de la Universidad al poco del asesinato de Carrero Blanco

Para entonces el clima político se había endurecido respecto a los años de engañosa "apertura" desarrollista de los tecnócratas del Opus Dei. ETA había irrumpido con sus primeros asesinatos, que condujeron al estado de excepción de 1969 y al proceso de Burgos de 1970. Las Comisiones Obreras se habían robustecido y la Universidad, que ya en 1956 y 1965 había vivido marejadas, se radicalizaba con la llegada a las aulas de numerosos hijos de la clase obrera. En esa coyuntura, ya en el curso 1973-74, se produjo otro hito pionero de David Ruiz, aunque ahora de signo adverso para él: se convirtió en el primer y único profesor expulsado de la Universidad de Oviedo por la dictadura.

Hacerlo fue fácil, ya que desde 1967 permanecía como profesor interino encargado de la nunca dotada Cátedra de Historia Contemporánea, tarea que compaginaba con sus clases como catedrático de Instituto. Bastó, pues, con no renovarle el contrato, aunque, eso sí, la represalia saltó a la prensa asturiana y española, y agitó las aulas hasta el punto de que la facultad de Letras fue cerrada unos días. Más de 60 profesores, entre ellos cinco catedráticos, pidieron por escrito la anulación de la orden y, ante la negativa oficial, fue el propio Claustro de la Facultad, que resaltaba lo anómalo de la medida, el que asumió la petición. Cabe destacar que la represalia no se adoptó hasta enero de 1974, al poco del asesinato de Carrero Blanco, cuando David Ruiz ya había impartido tres meses de clases que, por supuesto, nunca cobró.

Expulsado de la Universidad, se concentró en la enseñanza media, en sus investigaciones, en su militancia y en actividades como los Coloquios de Historia Contemporánea de España que desde 1969 organizaba en la universidad francesa de Pau el historiador exiliado Manuel Tuñón de Lara. Los Coloquios de Pau, en los que participó desde su edición inaugural, impulsaron la renovación de la historiografía española y en alguna ocasión la delegación asturiana llegó a contar hasta diecinueve miembros, entre profesores y alumnos.

La democracia propició la amnistía que en 1977 permitió a David Ruiz volver a las aulas universitarias, organizar y dirigir el departamento de Contemporánea y, años después, ser decano de la Facultad de Geografía e Historia. Regresó como profesor adjunto por oposición y, en 1986, accedió a la cátedra, en la que permanecería hasta que en 2008 llegó a su fin, esta vez por democrática ley, el periodo de emérito iniciado en 2004. Fueron largos años, sembrados de publicaciones, en los que, como explica Julio Vaquero, impulsó numerosas líneas de investigación para cimentar el estudio riguroso de la Asturias contemporánea e incluso introdujo a algunos discípulos en el campo, casi virgen en España, de las relaciones internacionales.

El relato de esta andadura pionera quedaría, con todo, cojo sin aludir a otros dos hitos. El primero llegó cuando el ministro socialista de Cultura Jorge Semprún facilitó que CC OO y UGT dispusieran de historiadores en comisión de servicios para dirigir la reconstrucción de sus archivos. David Ruiz se estableció en Madrid de 1990 a 1994 para acometer esa tarea en la Fundación Primero de Mayo de Comisiones Obreras, y propició la contratación de 15 historiadores en otras tantas comunidades autónomas. Para abordar el segundo hito hay que retroceder a la frontera entre los años 60 y 70. Cada curso, hacia la primavera, David Ruiz se dirigía a sus alumnos de cuarto de bachiller, sugería cerrar el libro de texto y anunciaba que iba a exponer algunas cuestiones ausentes del manual. Y, entonces, empezaba a desgranar los orígenes históricos del movimiento obrero.

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