La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ilustrados/Cómic

El bicho ilustrado

Clément Moreau y su lectura de Mein Kampf, juego de luces y sombras entre texto y dibujo

El bicho ilustrado

Nacido en Coblenza en 1903, Carl Meffert adoptó el nombre de Clément Moreau treinta años más tarde en su exilio suizo, país al que había huido tras el ascenso de los nazis al poder y la pérdida de su trabajo como dibujante. De allí partiría a Argentina en 1935, estableciéndose en la nación austral como firma tanto del Argentinisches Tageblatt, altavoz del exilio disidente, como de Argentina Libre. Estos dos órganos de expresión publicaron en 1940 un ambicioso proyecto de Moreau, consistente en la ilustración de uno de los textos más famosos y controvertidos de todos los tiempos: Mein Kampf. La recuperación completa de este proyecto, que reúne 68 tiras en las que se retratan infancia, adolescencia, formación política, avatares y entronización de Hitler, es asumida ahora por Sans Soleil.

El interés de la obra de Moreau va mucho más allá de su notable capacidad para la sátira y de su incuestionable fuerza como dibujante. Desde 1945 y la caída del Reich, generaciones de intelectuales y expertos se han hecho idéntica pregunta. Ante un texto como Mein Kampf, semillero de odios y combustible genocida, ¿debe primar el silencio, la censura, el olvido a toda costa, o conviene volver a él, tenerlo presente, iluminarlo con las herramientas a disposición para regresar a las fuentes en lo que poseen de reveladoras? La pregunta no es gratuita. Basta recordar que no hace mucho Gallimard, tras un anuncio en sentido contrario, decidió suspender la reedición de los panfletos antisemitas de Céline ante la polvareda originada en Francia por su inminente resurrección.

En su prólogo a la edición alemana de Mein Kampf ilustrado, Max Frisch, el autor de Yo no soy Stirner, propuso una clave plausible para responder a semejante duda: "Aprended a leer lo que escriben vuestros salvadores". La vigencia del empeño de Moreau, y la razón de ser de su edición, encuentra en las palabras del novelista un feliz eco. Conocer la necedad es una forma, si no de vencerla, al menos de reconocerla. Algo no muy distinto, por cierto, a lo que el Estado de Baviera consideró su obligación cuando el 1 de enero de 2016 los derechos de Mein Kampf quedaron libres. Mejor promover una edición crítica y a disposición de todos del catecismo de la ignominia, que permitir su proliferación acrítica e interesada en manos de nostálgicos de la arianidad.

Ex ore tuo te iudico. Según Moreau, esta expresión latina, que podría traducirse como "Por tus palabras te juzgo", se halla en el origen de su disección del personaje histórico, pues el ánimo del dibujante es ilustrar el verbo hitleriano tal y como Mein Kampf lo sancionó. Donde Hitler dice, Moreau dibuja, logrando un juego de luces y sombras entre la expresión de un rencor y su plasmación en la futura miseria de millones. Así, contempladas hoy estas 68 negrísimas y devastadoras representaciones del bicho, la pertinencia de revivir el proyecto se instala en el ánimo del lector. Porque los demonios más peligrosos son los demonios olvidados.

Compartir el artículo

stats