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Música

Un proyecto nacional

El Centro Nacional de Difusión Musical es uno de los pocos organismos que trabajan en todo el Estado

Uno de los problemas más graves del Ministerio de Cultura y de su Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música es la falta de una política cultural repartida en toda España por parte de la mayoría de las unidades de gestión en las que está dividido. Es un despropósito la dificultad para conseguir actuaciones de las mismas fuera de Madrid, sobre todo por las exigencias laborales que han transformado derechos del personal en privilegios consentidos por el Ministerio. De este modo acaba resultando menos gravoso, por ejemplo, contar con un proyecto de una formación sinfónica extranjera que con uno de la Orquesta Nacional de España, cuya calidad, por otra parte, y pese a los últimos avances experimentados, aún está bastante lejos de sus homólogas europeas.

La mentalidad de Estado del Ministerio termina en la M-40 y resuelve buena parte de la política cultural soltando migajas presupuestarias a través de subvenciones para tener una coartada sobre sus ambiciones nacionales. En todo ese panorama desolador alguna unidad trataba de tener un espíritu nacional: el teatro de La Zarzuela, que el propio ministerio acaba de dinamitar, tenía esa vocación y pese a las trabas luchaba de manera continua por salir. Eran conscientes que sus producciones se financian con los impuestos de todos los españoles y los sucesivos responsables artísticos han intentado salir y llevar la zarzuela fuera de su sede madrileña. Veremos a ver si esto continúa así con los cambios ahora en marcha.

Pero sin duda la gran unidad que ha revolucionado el sentido de producción cultural a nivel nacional es el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Su director, Antonio Moral es, de lejos, uno de los responsables artísticos españoles de primer nivel. Todos sus proyectos han sido excepcionales, tanto por el concepto de los mismos como por sus resultados. Sin duda su labor al frente del CNDM es un éxito total. Ha sido capaz de organizar más de trescientas actividades en todo el territorio y, además, de llevar a prestigiosos festivales en el extranjero a las agrupaciones españolas, ejerciendo una tarea incuestionable de exportación cultural. Antonio Moral ha trazado un proyecto en el que la música está presente, en diferentes autonomías, con compromiso y colaboración institucional. La suya ha sido una tarea de titanes. Con Oviedo el CNDM lleva colaborando cinco años en Primavera Barroca, festival que ha dado estabilidad a una programación musical antes inexistente en la Sala de Cámara del Auditorio. Ahora, harto de trabas burocráticas e ineficacias administrativas, ha anunciado que en otoño deja el proyecto. Es una pérdida significativa. Conozco a Moral desde el Festival Mozart de Madrid, y de esto ya hace años, y siempre me ha impresionado su capacidad de trabajo y liderazgo. Que el Ministerio pierda una persona de su valía da idea de la ceguera de los responsables políticos que nos gobiernan, de su nula implicación en la cultura como servicio público. Sin duda, es un nuevo avance hacia el paulatino empobrecimiento cultural del país.

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