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Y no fallasteis

Aunque ahora no sean conscientes de ello, estos jugadores son ya parte de la memoria del Real Oviedo

Era un maratón. De poco servía esprintar en octubre cuando el gran objetivo se ventilaba entre finales de mayo y junio. Pero había que esquivar las trampas, muchas, que aguardaban en el camino. Por una vez el Real Oviedo fue el alumno aplicado que la afición ansiaba desde hacía mucho tiempo. La plantilla y el cuerpo técnico fueron superando las reválidas y, de paso, ganando confianza. El primer partido trampa de la temporada llegó bien pronto: en el Tartiere y ante el filial del eterno rival que sólo unos meses antes nos hacía morder el polvo. Una victoria solvente y a mirar hacia delante. Guijuelo, Logroñés, Murcia fueron cayendo en partidos espectaculares de un Tartiere que comenzaba a vibrar y disfrutar como no se veía desde hacía bastantes temporadas. Para crecer también hubo que superar contratiempos, en forma de goleadas, ante el Valladolid B y el Racing de Ferrol. Hasta Esteban reconoció el lunes en la plaza de América que hay días que no paras ni taxis. En otros años, el equipo se hubiera disuelto como un azucarillo con alguna disculpa más o menos banal de por medio. Pero este año no. A cada golpe encajado esta plantilla respondía con una victoria que demostraba el trabajo que se hacía cada semana en el Requexón. Hasta en la Copa del Rey se llegó a donde se debía, demostrando que el Real Oviedo también sabía rendir en una competición eliminatoria y estar a la altura de un Primera División como la Real Sociedad de David Moyes sin desmerecer. Buen test para el cara o cruz de la promoción de ascenso.

Con esa trayectoria, la primera derrota liguera en casa ante el Zamora quedó en mera anécdota, sobre todo cuando el equipo enlazó una racha de imbatibilidad que ojalá se repita en años venideros. A medida que avanzaba la Liga el Real Oviedo crecía en fiabilidad. Buena señal para lo que quedaba por venir. Se rompieron fantasmas y maleficios referentes al estado del césped o a los desplazamientos masivos . Ni siquiera la menor eficacia goleadora de Linares en el tramo final de la temporada fue motivo de obsesión. La comunión entre equipo y afición estaba blindada a prueba de derrotas inesperadas como la del Tropezón y hasta de jarros de agua fría como los que nos cayeron a todos en la ida de la promoción cuando llegó el gol del Cádiz. Ese fue, con toda seguridad, el momento crítico de la temporada y, otra vez, como si de un repaso acelerado de la temporada se tratara, el equipo volvió a levantarse, con el gol de Cervero y sus "planchas", que ya tienen un hueco en la historia del oviedismo. El gol de David Fernández a pase de Susaeta y los minutos que siguieron hasta el pitido final acabaron por sellar la fiabilidad de una plantilla que esta vez, sí, estuvo a la altura de las expectativas. Aunque ahora no seáis del todo conscientes de ello, ya formáis parte de la memoria del Real Oviedo, como Óscar, Lángara, Tonijuán, Goyín, Toni Cuervo, Galán, Marianín, Tensi, Parajón, Herbera, Juliá, Álex García y tantos otros. La historia continúa.

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