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Entrenador

Buen trabajo, Luis

La influencia del entrenador asturiano en la evolución positiva del Barcelona

En octubre terminé un comentario en LA NUEVA ESPAÑA sobre el Barça diciendo que Luis Enrique tenía trabajo, principalmente defensivo (bandas frágiles y desequilibrio en medio campo) cuando solo se habían jugado ocho jornadas. Para hacer una valoración justa hay que tener en cuenta todas las circunstancias que se producen a lo largo de la temporada.

La pretemporada del Barça, donde se sientan las bases del trabajo posterior, fue atípica por la celebración del mundial. Luis Enrique se encontró con un pequeño grupo de jugadores del filial y alguno del primer equipo. Los que compitieron en Brasil se fueron incorporando según iban siendo eliminadas sus selecciones y tras disfrutar de unas cortas vacaciones para despejar la mente. Para colmo, su fichaje estrella, Luis Suárez, estaba sancionado y no podía jugar partidos, solo entrenar.

El cuerpo técnico del Barça tuvo que conciliar todo esto, algo que el aficionado no tiene en cuenta o no le da la importancia necesaria. Por eso al entrenador se le exigen resultados desde el primer momento. Naturalmente, como en cualquier empresa, se necesita tiempo para organizar y plasmar las ideas de sus dirigentes-entrenador y formar un equipo. Luis Enrique, pese a los contratiempos, no se quejó, trabajó con lo que tenía y sacó con nota, en cuanto a resultados, un inicio de liga difícil para él, donde la cantera fue protagonista con un rendimiento óptimo que no se ha visto refrendado después en el filial azulgrana. De ahí el mérito de Luis Enrique. Decía Mario Benedetti que el olvido está lleno de memoria. Pues eso.

Yo apuntaba entonces que aquel Barça en construcción, primero e imbatido en Liga, servía a nivel nacional, pero en Europa podía acusar su aparente fragilidad defensiva, pues le creaban muchas ocasiones. Pronto, en la fase de grupos de la Liga de Campeones, el PSG le metió tres goles en París. Eso sucedió cuando todavía Luis Enrique estaba en la fase de ir engrasando físicamente al equipo y acomodando las piezas que habían ido llegando por goteo apenas un mes antes.

Luis Enrique, como futbolista, siempre entendió que el jugador debe estar al servicio del equipo. Por eso, no es de extrañar que el técnico tratara de convencer a sus jugadores de que si se pierde el balón, lo pierden todos, y que las acciones ofensivas-defensivas las realizan todos y no sólo la línea correspondiente. Conseguir esto en un equipo donde se concentran la mayor cantidad de jugadores talentosos, pero anárquicos (junto con el Real Madrid) resulta harto difícil. Luis ha tenido que tomar decisiones desagradables para algunos jugadores e incluso tener "peloteras" para conseguir que todos se involucraran en ese trabajo para hacer del Barça un equipo serio, organizado, fiable defensivamente y más sólido, para ser fuertes atrás y explotar así su gran potencial ofensivo.

Tuvo que esperar casi media temporada para recuperar física y mentalmente a los mundialistas, aprovechando el momento de forma de cada uno. Con 24 o 25 alineaciones distintas en ese período y con la prensa y alguna gente echándose las manos a la cabeza. A partir de diciembre, con toda la tropa lista, el Barça comenzó a funcionar con un once tipo y los recambios perfectamente señalados en cada línea. Nada se había dejado a la improvisación, las piezas habían encajado y ajustado, y el motor listo y engrasado. La maquinaria comenzó a rendir eficazmente, con el resultado ya conocido: campeones en regularidad.

Si yo fuera el entrenador del Barça me sentiría orgulloso y realizado con el trabajo EN EQUIPO que realiza en estos momentos. Luis ha tenido que mostrarse firme con algunos jugadores para conseguir un mejor funcionamiento del equipo, no por un capricho del míster, como algunos pueden pensar.

Escribió Shakespeare: "Bien está lo que bien acaba". Así pues, felicidades a Luis Enrique y a su equipo.

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