Lo de Florentino Pérez son los récords. Cuando no se trata de establecer una nueva marca en el importe a pagar por un futbolista se trata de tener más mediapuntas que nadie en el mundo, que es en lo que está embarcado el Madrid en los últimos años. Kovacic, el último en llegar, es más de lo mismo según todas las referencias, pues aunque en alguna ocasión ha jugado de mediocentro en el Inter el resultado fue muy poco satisfactorio, por no decir desastroso. Lo suyo es jugar detrás de los jugadores de ataque y con esta perspectiva vendría a ser un buen refresco, en el mejor de los casos, para Modric, Kroos, James o Isco.
Es como si el Madrid tuviese a gala no fichar un buen mediocentro y cuando lo pretende tampoco querer dar en el clavo, como Illarramendi o Lucas Silva, que fueron fichados como sucesores de Xabi Alonso y ni mediocentros ni casi nada a la vista de lo que han demostrado. Cómo será el problema que plantean estos jugadores que hasta cuesta trabajo darles salida. Y eso que el Madrid está dispuesto a ayudar fuertemente al equipo de destino dado lo elevado de sus emolumentos. El caso es que los blancos siguen sin disponer de un buen director de juego, un líder de la parcela central que dé equilibrio por un lado y sepa tirar del carro por otro según lo requiera la dinámica de un partido.
El último mediocentro del Madrid ha sido Xabi Alonso. Desde entonces no ha habido en el equipo alguien que se le parezca ni de lejos. Con independencia de que estuviese acertado o no el ahora jugador del Bayern Munich era una referencia permanente, un guía siempre a disposición del equipo que sabía apoyarse en él cuando venían mal dadas y que despachaba trabajo a destajo. Con esta carencia así le ha ido al Madrid, que dispone de una pléyade de artistas obligados a hacer tareas para las que no están especialmente dotados y así acaban agotados después de récorrer kilómetros y kilómetros corriendo detrás del rival.
