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Fondo Norte

El Sporting entra en Primera pisando fuerte

Los rojiblancos anuncian una primera crisis de Benítez porque frenaron a un desconcertado Madrid, que hasta pudo perder

El ascenso del Sporting se consumó en el ya lejano mes de junio, pero se celebró ayer por todo lo alto en un Molinón atestado y volcado con el equipo del gran timonel. Este Sporting, con sólo una novedad en su formación, la de Tonny Sanabria en la punta del ataque, sigue con su buena costumbre de no perder: frenó con un impresionante empate sin goles a un Real Madrid que afronta su primera crisis y que huele a temporada de drama.

Porque, damas y caballeros, señoras y señores diputados, este Sporting ha entrado en Primera pisando fuerte. Lo vio el pueblo fiel congregado en las gradas de un Molinón más Anfield del Piles que nunca y lo vio medio mundo porque en la vida se agruparon más cantidad de camiones de las teles al borde del estadio que este fin de semana.

El Sporting mostró lo que puede ser a lo largo de la temporada: un equipo sólido, rocoso, organizado, fuerte y ambicioso. El equipo del gran timonel Abelardo pudo hasta ganar a un Madrid que terminó asustado y nervioso porque veía imposible la victoria si a los 35 minutos de juego un gran cabezazo de Tonny Sanabria llega a ir cinco centímetros más abajo de lo que fue: se estrelló en el larguero y botó sobre la línea o dentro, que las imágenes de la televisión no aclaran lo que ya se considera el primer gol fantasma de la temporada. El Molinón pudo venirse abajo porque en aquellos momentos ya se veía que el recién llegado a Primera no tenía ni un gramo de complejo ni le temblaban las piernas, aunque enfrente estuvieran, que estaban, los jugadores más caros del mundo.

Y eso que en la jugada siguiente el Madrid, quizá para superar el susto, montó un ataque por la izquierda con perfecto pase de Modric a Bale que quebró a Cuéllar, pero que remató fuera en vez de pasar al centro, donde Cristiano esperaba para iniciar la marcha sobre el Pichichi. Otro cabezazo del Sporting, esta vez de Carmona, listo como un demonio para aprovechar el desajuste defensivo blanco, pudo desequilibrar la balanza y poner en ventaja a un equipo admirable. Pero el balón salió pegado al poste derecho de la portería de un impecable Keylor Navas, pero que en esa jugada se había quedado sin opciones. El Madrid estaba pagando ya la clamorosa falta de un mediocentro que ponga orden en un equipo desordenado y desconcertado, con un juego previsible y con jugadores muy lejos de la forma ideal que cabe exigir a futbolistas de alto nivel. Cuando atacó siempre dependió de Cristiano Ronaldo, que se estrelló con un Cuéllar imbatible.

El Sporting, que salió sin dudas, fue creciendo según avanzaba el partido y fue cerrando los caminos de ataque a un Real Madrid que necesita algo más que un Bale perdido no se sabe en qué posición y un Jesé que no da la talla. La chavalería de Abelardo se demostró a sí misma, a la Liga y al mundo que con un empate de postín celebra su regreso, en el que va a tener temple para enfrentarse a todos los rivales, los de arriba, los del medio y los de abajo. El Sporting de anoche fue un canto a la alegría y a la esperanza de que no va a quedar pequeño ante ninguno de los rivales que le esperan en cada esquina de la competición. Uno de los más poderosos ha sido el primero en tomar la medicina que los rojiblancos van a ir aplicando partido a partido. El Molinón fue una fiesta al comienzo, al descanso y al final. El Sporting entra en Primera pisando fuerte. Y pisando callos, los del Madrid y los de Rafa Benítez.

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