Superados los fastos del regreso del Sporting a Primera División había que visitar la exposición que la Federación Asturiana de Fútbol, que preside Maximino Martínez, ha montado en el patio central del Antiguo Instituto en Gijón. Y la visita ha sido muy fructífera y reveladora, aunque da la impresión de que se ha puesto el acento en el fútbol gijonés, como se habrá puesto en el ovetense en Oviedo. Quizá sea que la Federación no ha querido problemas con esa minoría incapaz de ver más allá de sus narices.

La exposición, dígase pronto, es de obligada visita. Sin agobiar con datos y recuerdos, que seguro que los tiene la Federación en sus archivos o en los de los clubes, en cuidados paneles está recogido lo más importante de los cien años de la existencia del organismo federativo, que ha servido, y sirve, para aglutinar un deporte de indiscutible arraigo en toda Asturias. Los paneles, cuidadosamente elaborados, están acompañados de una preciosa colección de trofeos en los que se aprecia la solera de competiciones y triunfos logrados por las selecciones asturianas. En varias vitrinas se exponen recuerdos que nos hacen rejuvenecer a todos: la camiseta de Joaquín del Mundial-82 o la de Eloy de México-86, además de fichas federativas de jugadores de relieve de nuestro panorama futbolístico.

Hay, como era de esperar, una importante presencia de los federativos que llevaron las riendas del organismo que organiza la muestra, que, entre otras muchas cosas, sirve para comprobar el crecimiento del número de participantes que el fútbol tiene en Asturias, territorio futbolero por antonomasia, como lo prueba la presencia de sus clubes en la historia de las competiciones y la frecuente presencia en las dos grandes ciudades de la selección, que repite visita dentro de pocas fechas para disputar un partido crucial para su futuro inmediato, que no es otro que el Europeo del año que viene.

Exposición de obligada visita por lo que aporta sobre el fútbol asturiano, por el reencuentro con figuras ya desaparecidas y por la confirmación de que nuestro fútbol viene de muy atrás, que no es fenómeno de anteayer como algún desavisado podría creer. La Federación Asturiana ha sabido celebrar su centenario y reconocerlo es de justicia. Cumplirá el bicentenario, tal vez con mejor salud que la excelente actual.

Pero llegados al miércoles siguiente al del sonoro empate del Sporting ante el Real Madrid, los ecos de la actuación del Sporting aún se escuchan por las esquinas del fútbol patrio. Hay quien piensa, como algún valorado cronista madrileño, que el Sporting de Abelardo tiene mucha mejor pinta que el Sporting del anterior ascenso, aunque para el gran timonel nadie haya pedido una avenida ni una alameda. Las razones de ese fallo son de sobra conocidas, pero no vamos a revelarlas ahora que vienen tiempos de pelea para alcanzar el objetivo marcado. Que, damas y caballeros, señoras y señores diputados, no es otro que alcanzar el puesto decimoséptimo, el que da la permanencia y el que ha pedido a los suyos el propio Abelardo. Por cierto, que diría García Ferreras, los viajeros llegados a la ciudad desde Mareo hablan y no callan de las virtudes que muestra en cada entreno Halilovic.