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Mario Antuña

Siempre hacia adelante

Mario Antuña

Los guajes pusieron el postre

Al Sporting se le atragantó el menú de Sandoval, que digirió con su conocido orgullo

Sandoval puso mesa y mantel, pese a llegar de invitado, mientras El Molinón cantaba "parrillero el que no bote". La alegría duró el primer gol del Sporting en una magnífica jugada de estrategia. Hasta que se vio que el Granada no venía a que se le atragantara la comanda, sino a devorarla. Sandoval puso toda la carne en el fogón y le dio gas, apretando al Sporting hasta hacerlo empequeñecer con Ruben Pérez de maitre zampándose al mediocampo asturiano y Success de sumiller con conducciones, asistencias y goles. No había llegado el primer plato y con los entrantes era evidente que el partido se iba a indigestar. El Sporting buscaba bicarbonato porque el menú de Sandoval se le atragantaba.

Sandoval dejó durante su etapa en Gijon la sensación de ser uno de esos entrenadores verduleros, de lengua larga, que llenan de palabrería las presentaciones de platos que después no corresponden con la exquisitez prometida. Fue la suya una cocina futbolera desabrida, repetitiva de tanto deslucir recetas, que acaban resultando pesadas. Ésta es la marca de restaurador futbolístico que dejó en Asturias. Manteles de papel y poco aprovechamiento del producto local, el que se ha llevado los laureles del ascenso y él menospreció. Cítese a Jony... "Abelardo ha puesto dos cosas a lo que yo dejé....", vino a decir con cierta displicencia, días antes del partido, para arrogarse parte del mérito del equipo en Primera. Y es cierto, El Pitu, al menos, le puso dos cosas: interés para armar y organizar una buena carta en época de escasez, y sabiduría para sacarle el máximo provecho a la despensa de Mareo. Es obvio que puso más ingredientes y que ha alcanzado la excelencia, una estrella Michelín en las cocinas del fútbol. Ahora, en el Granada, Sandoval dispone de un plantel bien surtido por los almacenes Pina, con viandas de calidad y alternativas para combinar. Falta por ver si tiene recetario para lucirlo y que los granadinos lo puedan saborear. Si allí alcanza la categoría de chef.

Sandoval se lo hizo pasar muy mal al Sporting, que el lunes fue un equipo deslucido y fallón, con demasiados agujeros y ausencias. Para avivar aún más el horno que no estaba para bollos, el árbitro escamoteó dos penaltis que, en el momento en los que se produjeron, habrían ayudado a tomar ventaja, en el caso del primero a Castro, o a ayudar a equilibrarlo, en el segundo a Lora. Pero fue suficiente que el Granada, en pleno atracón, se viniera arriba y comenzará los cánticos de celebración antes de que se sirviera el postre. Éste lo puso el Sporting con los ingredientes del orgullo, la fe, la casta y la épica. Un subidón de azúcar hacia la igualada. Fue un empate con sabor a victoria. Para deleitar el paladar, antes de afrontar la larga digestión del partido.

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