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Los gurús del Tartiere

Juan A. Ardura

La ansiedad se quedó en el Ramón de Carranza

Las razones por las que el retorno del Oviedo a Segunda está siendo muy esperanzador

Primer tercio de la liga cumplido, primera evaluación y el balance, pese a la derrota en Córdoba, resulta esperanzador. El Real Oviedo, con claros y oscuros, con luces y sombras, se ha convertido en uno de los equipos protagonistas en el arranque de competición. Vale, que ni el mayor de los optimistas lance las campanas al vuelo porque la Segunda, ese campeonato eterno donde 42 jornadas pueden quedarse cortas para lograr el más preciado de los objetivos, está repleta de historias de equipos que en enero ya se creían de Primera y cinco meses después eran presa de la decepción. Doce años fuera del fútbol profesional curten y curan de espantos. Esa es la gran ventaja de la afición del Real Oviedo esta temporada. Casi se podría decir que no hay presión alguna por lograr el retorno a la mejor Liga del mundo en esta primera temporada de retorno al fútbol profesional, si no fuera por la ilusión de todos los estamentos del club, desde el Grupo Carso hasta la afición pasando por una plantilla y un cuerpo técnico que podrán ganar o perder pero a los que no se les puede discutir la entrega, seriedad y humildad. Esa es la línea.

El Real Oviedo progresa adecuadamente y el partido frente al Llagostera se presenta como una magnífica ocasión para volver a levantarse tras el traspié frente al líder y demostrar a la afición y a los rivales la capacidad de un plantel que empieza a ser reconocido en su estreno en la Liga Adelante como un equipo de fútbol directo, con pegada y que sabe sobreponerse a los reveses, una virtud capital en una competición tan igualada en la que los errores se pagan muy caros. Que no pare la ilusión, pese a la derrota en Córdoba, porque la temporada es larga y no se asciende en diciembre, ni siquiera en marzo. No queda otra que disfrutar, partido a partido porque después de más de una década deambulando fuera del fútbol profesional estamos más cerca del objetivo. Sería de necios ocultar que el Real Oviedo ha tenido sus altibajos, que a veces da la sensación de que no domina los partidos, que falta ese jugador que lleve la manija, que por momentos parece un equipo vulnerable y que todavía no ha ofrecido ese rendimiento "redondo" que la afición espera. Esos mano a mano que sacó Esteban a Palanca en el Tartiere o a Machís en Huesca ponen el corazón a prueba a más de uno pero cabe alegar que tampoco ningún rival le ha pasado por encima, si dejamos a un lado el despiste de Vitoria?

La ansiedad azul pasó a la historia en la avenida Ramón de Carranza y ahora queda disfrutar del camino por venir, sin urgencias y sería bueno que con ese buen rollo que generó el "locos por verte ganar" de la pasada temporada. Cuando Vicente Miera retornó al Real Oviedo en el verano de 1987 lo primero que dijo fue que el objetivo era subir en dos temporadas, apenas diez meses después cientos de gargantas rotas por la emoción le recibían en el aeropuerto de Asturias, recién aterrizado de Mallorca, al grito de "tranquilo Miera, estamos en Primera". No es mala referencia para levantarse tras una derrota porque aquel año, el del último ascenso a Primera, el Real Oviedo salió trasquilado en la mayoría de partidos disputados con equipos filiales; como tampoco es un precedente a desdeñar la comunión que hubo aquella temporada en la plantilla y en la afición tras trece o catorce años de decepciones. ¿A que les suena? Si el Oviedo mejora sus prestaciones en la segunda evaluación que empieza este domingo en el Tartiere, la primavera futbolística promete emociones y de las fuertes.

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