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Nos ha robado el alma

Exjugadores madridistas sienten vergüenza ajena por la pérdida de los valores clásicos del club blanco

Hace unos días, el firmante, juntamente con mi buen amigo Alberto Bernardo - exjugador madridista y sportinguista, entre otros muchos clubes-, nos desplazamos a la capital de España, donde tuvimos la ocasión de disfrutar de un almuerzo muy deportivo, compartido con un gran amigo madrileño, muy ligado al mundo del fútbol en distintos cometidos, en ese singular restaurante de la Puerta 57 del Santiago Bernabeu. Esperando la llegada de nuestro amigo, coincidimos con dos exjugadores madrileños, y degustando unas cervezas, comentamos distintos aspectos acaecidos últimamente en el Real Madrid. Al considerar a los interlocutores personas bien informadas, por su ligazón al club merengue, aparte de miembros de la asociación de exjugadores del club blanco, entendíamos que sus comentarios eran dignos de ser verosímiles. Si a esto añadimos lo hablado durante el almuerzo, con nuestro buen amigo, nos venimos para nuestro Gijón con una serie de datos, que en la distancia es difícil de poseer.

Ahondaban nuestros interlocutores, en lo que esta llegando a ser el Real Madrid, en estos últimos tiempos, bajo la presidencia de Florentino Pérez. Decían que había llegado a una dinámica descendente, en todo lo concerniente a los valores que siempre han catalogado al club blanco. Las decisiones tomadas parecen que las programa el mayor enemigo madridista. Es por ello, que catalogan a Florentino como el gran culpable, y responsable máximo, de los aconteceres que sufre su equipo. Llegan incluso a disculpar al entrenador y a los propios jugadores, pues todo lo que sucede lo anotan en el debe del nefasto transitar presidencialista. El equipo es la imagen del club, es decir lo más parecido a una multinacional. Indican, que la responsabilidad va mucho más allá, de uno u otro resultado, e incluso de la carencia de títulos temporada tras temporada. Lo más grave de su gestión, para los madridistas de solera, es que les ha robado el alma. Esto no lo perdonan.

Además sienten vergüenza ajena, cuando alguno de los apagafuegos presidenciales, tratan de justificar alguno de los desaguisados en los que está inmerso el equipo. La muestra la tienen en el director de relaciones institucionales, Emilio Butragueño. Sus manifestaciones las consideran huecas y vacías, llegando a compararlas con las que realizaba aquél gran actor español, ya fallecido, Antonio Ozores, que en sus papeles, utilizaba sus retóricas de forma que poco a poco siempre se iban evaporando, con un diálogo inentendible, pero que lograban la carcajada de los espectadores. Claro, que cuando no se tienen argumentos sólidos, las bases de la justificación suelen ser arenas movedizas.

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