Que Constantin Galca haya encontrado una aparente solución para rebajar las preocupantes facilidades defensivas que presentaba el Espanyol no significa que estas se hayan liquidado definitivamente. Pero los dos últimos encuentros (en Valencia y en casa ante el Depor) les abren una rendija a la esperanza. El técnico rumano se ha aferrado al 4-3-2-1 y a la vista está la eficacia de su apuesta para cerrarse atrás, que se muta a un 4-1-4-1 en el ataque; y siempre con Diop asegurando la maniobra y guardando las espaldas. Bueno, por el momento el experimento va funcionando y todo apunta a que con esas credenciales van a llegar a El Molinón. La baja, importante, es Caicedo por tarjetas. En sus bandas Burgui y Marco Asensio, que también andan finos, de modo que no hay lugar para confianzas ante un rival de los directos.
Partido de los que se dicen de más de tres puntos, que en esto del fútbol las matemáticas llegan hasta donde llegan. Aunque sí llegan, por ejemplo, para traer el dato de que los catalanes son el equipo con peores números en goles a favor y en contra. Un demoledor -26. Todo un síntoma y una señal de por donde les aprieta el zapato a los visitantes. Por ello no sería de extrañar que, al margen de la previsible vuelta de Mascarell en el centro del campo, Abelardo sorprenda con alguna variedad no tan esperada arriba. Si los partes desde la enfermería confirman la recuperación de los lesionados, el abanico de combinaciones es amplio y da casi dos nombres por puesto.
Esas son las buenas noticias, que las malas llegan de los despachos, donde cada alfombra que se levanta es un sobresalto. Que no se pierda el hilo deportivo por ello en estos momentos. Sería un disparate. Otro.
