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Mario Antuña

Siempre hacia adelante

Mario Antuña

Las verdades a borbotones de Abelardo

Uno de esos arbitrajes sibilinos a la contra que, al no dar mucho resultado, tuvo que mostrar su versión más grosera

El Sporting salió en Granada a no perder. O, al menos, a no liarla parda como en el partido del Espanyol. Pero se encontró con la liada del árbitro, por no ser irrespetuoso, Estrada Fernández, un clásico entre el sportinguismo por sus infames y escandalosas pitadas (el corrector me escribió putadas, pero igual no deba considerarse un error): un gol injustamente anulado y un penalti señalado de forma injusta. Suficiente para acabar con el "equipo de los guajes", como lo definió Abelardo en su encendida, indignada, pero justificada rueda de prensa. Tiene razón el entrenador. Se subió a pesar de muchos arbitrajes y ojalá su enrabietada afirmación se cumpla: "Nos vamos a salvar, muy a pesar de mucha gente; nos llevan perjudicando demasiado tiempo".

Estrada Fernández se erigió en el jugador número doce del Granada desde el principio del partido a base de faltas y tarjetas discutibles. Uno de esos arbitrajes sibilinos a la contra que, al no dar mucho resultado, tuvo que mostrar su versión más grosera. Es uno de esos árbitros que pierden tal condición desde el pitido inicial al transformarse en un chufletero, persona que sopla por un pito como si estuviera en una feria y no un trascendental partido de fútbol profesional. Señaló un penalti que no tendría güevos de pitárselo al Barcelona o al Madrid, ni siquiera en él área del Granada. Y anuló un gol a los asturianos que le temblaría el pito si estuviese ante Messi o Ronaldo.

Al final del encuentro, Abelardo reventó por las costuras de la verdad. A borbotones escupió lo que todos pensamos y quizá él sea el único que no deba decir. "Ya que me sancionen, que me metan cincuenta partidos, pero ha sido una vergüenza", aventuró sabedor de las posibles repercusiones de sus declaraciones. Pero cincuenta partidos no, pero cincuenta y cinco sí fueron los que tardaron la pasada temporada en pitar un penalti a favor del Sporting, ya puestos a buscar analogías. El entrenador también dijo que ponía la cara por delante por si en el club se seguía haciendo el avestruz. Porque estas quejas, más que justificadas por hechos reiterados en el tiempo, deberían ser formuladas por la dirección del Sporting, y no por Abelardo que ahora se expone a una sanción. A no ser que haya que callar, porque haya mucho por lo que callar.

Pero aunque Estrada Fernández (no me sale escribir árbitro) decidió el resultado final, cierto es que el Sporting presentó un perfil muy bajo en Granada, más preocupado de no cometer repetidos errores que de recuperar la solidez y la alegría que ha demostrado tener en su juego. A la arenga de Abelardo y a la rabia y a la adrenalina acumuladas la tarde del jueves, habrá que ponerle también intensidad y eficacia para superar mañana a los leones de Bilbao. Y cumplir el refrán de que no hay mal, que por bien no venga.

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