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El observatorio

Nubarrones muy negros

Un Sporting desfondado resultó fácil víctima para un Athletic que controló el juego y creó más ocasiones de gol

A tono con el del invierno rezagado de estos días, el cielo se ensombrece para el Sporting. Pero en su caso los nubarrones no parecen pasajeros sino más bien que han venido para quedarse. La derrota ante el Athletic entraba en lo previsible. La forma en que se produjo, no. Frente a un equipo sólido como el bilbaíno, que sabe a qué juega, el Sporting pareció haber olvidado todo lo que llegó a convertirle en un rival difícil ante cualquiera. En un partido que a priori era vital, vio cómo su adversario marcaba dos goles y disponía de, al menos, dos ocasiones clarísimas, mientras que, por su parte, tras crear previamente una única oportunidad de gol, hubo de esperar al minuto 88 para anotar en un saque de esquina un amago de remate a puerta, en un débil cabezazo de Álex Barrera al que respondió sin problemas Iraizoz.

Nervios e impotencia

El comienzo de partido por parte del Sporting no pudo ser más desastroso. O los nervios le sumieron en la impotencia o fue una impotencia asumida la que le impidió dar sensación de equipo que sabía lo que quería. El balón era del Athletic y cada vez que el Sporting lo recuperaba era para perderlo inmediatamente. Hubo que esperar 15 minutos para que, después de una sucesión de balones al primer contacto, los locales lograsen su primera jugada ligada, finalizada de forma desafortunada por Jony. Y cinco minutos más para que Halilovic recibiera por primera vez el balón, hasta tal punto estaba desconectado el equipo. Si el Sporting no encontraba el camino para salir, mal podía aspirar a llegar.

Perdidos en el centro

El fracaso en la creación de juego se hizo patente en el centro del campo, con un Rachid en el que al desacierto se unía el infortunio y un Mascarell obsesionado con el juego directo. La sombra del ausente Sergio se hizo clamorosa y más al ver cómo se acentuaba un defecto que, si siempre acechó al Sporting, ahora se ha instalado en la mecánica del equipo, como es no arriesgar en la salida del balón por el centro y buscar una solución que en los hechos se demuestra como falsa. Ante la menor dificultad, la conexión entre los centrales y los centrocampistas para sacar jugado el balón se trueca por una cesión al portero para que Cuéllar resuelva el lance con un zapatazo que en la inmensa mayoría de las veces no supone otra cosa que entregar el balón al contrario, por mucho que Sanabria, su teórico destinatario, pelee en solitario con una defensa rival que siempre suele estar bien precavida, y más cuando en el caso del Athletic cuenta con el refuerzo especial de San José.

Por las bandas, tampoco

Si el Sporting no logró organizarse por el centro, tampoco tuvo salida por las bandas. Vranjes no parece que tenga madera de atacante y por la izquierda ayer se echaron en falta los arranques de Isma López, que tanto desahogan a Jony y cuya ausencia quizá influyó en su creciente confusión. Canella, que tiene más oficio defensivo, quizá cerró mejor de lo que lo hubiera hecho el navarro, pero sólo intervino con notoriedad en una jugada de ataque, eso sí, muy clara, en el último minuto del primer tiempo.

Halilovic, contra todos

Al croata, pegado por entonces a la banda derecha, sus compañeros tardaron mucho minutos en hacerle llegar el primer balón. Desde entonces, y más cuando el marcador se le puso en contra al Sporting, Halilovic trató de echarse el equipo a la espalda, forzando la jugada individual, a veces hasta el exceso. Su mayor éxito fue forzar la expulsión de Laporte, a quien forzó dos tarjetas amarillas. La primera, en el minuto 6 del segundo tiempo, clara, pues el francés le agarró por el brazo. La segunda fue un neto error arbitral, pues, aunque Halilovic rodó con gran aparato por el suelo, Laporte no le tocó. El Athletic quedó entonces con diez jugadores, pero, aunque quedaban casi veinte minutos por delante, el Sporting, desfondado anímicamente, no estaba en condiciones de aprovecharlo. Halilovic esta vez no fue decisivo. Quizá lo hubiera sido si se hubiera decidido a llevar su loable atrevimiento de otras jugadas a meter el pie en el balón dividido que quedó a su alcance tras el centro de Canella en la jugada del último minuto del primer tiempo. Pero ese balón quedó también al alcance de un defensa del equipo bilbaíno, que se atrevió más.

Sanabria, la ocasión

La única ocasión de gol del Sporting se produjo en el minuto 32 del primer tiempo cuando un buen pase vertical de Rachid conectó con una salida precisa de Sanabria, que esta vez eludió el fuera de juego en que la zaga bilbaína en tantas ocasiones -hasta ocho- haría caer a los delanteros locales. Con Laporte pisándole los talones, Sanabria, cruzó todo el campo del Athletic y llegó al área visitante. Pero cuando Iraizoz salió a su encuentro no logró superarlo. Su tiro demasiado cruzado se escapó a un metro del poste izquierdo de la portería.

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