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Un Míster en letras muy grandes

Conocí a Johan en el verano de 1993, durante la pretemporada, nada más llegar al Barça desde el Sporting. Nos citaron en el Camp Nou. Todavía estoy viendo aquel vestuario, en forma de herradura. Y en esa "u", por donde él pasaba, dejaba a todo el mundo ensimismado con sus palabras. Y había gente de nivel: Romario, Koeman, Michael (Laudrup), Hristo (Stoichkov), Txiki (Beguiristain), Pep (Guardiola), Bakero, Zubizarreta? Todos permanecían inmóviles a su paso, porque cada cosa que te decía, te llegaba. El primer impacto era el de un hombre de personalidad arrolladora, todo carisma, un líder. Míster, le llamábamos, un Míster en letras muy grandes.

La convivencia con él siempre fue buena. Tenía el carácter fuerte de todo líder, pero sin dejar de ser una persona justa, honesta. Siempre fue muy legal. Iba de frente y hablaba claro al jugador, tanto en lo deportivo, como en lo personal. Se interesaba especialmente por los jóvenes. Entonces, yo tenía 22 años. Se preocupaba, te controlaba, quería saber dónde vivías, con quién salías? Hasta se metía en temas de contratos, en lo que podría cobrar cada jugador, marcando un tope, y en función de ese dinero, te exigía. Ahí surgió aquello de las "vacas sagradas", que tanto se oye ahora. Dejaba su sello, a todos los niveles. Era, más que entrenador, un manager, una figura que lo aglutinaba todo.

Las charlas con él eran habituales. Recuerdo, en aquella época, una en su casa, junto a su mujer, Danny, con la que hablé cuando me enteré de su enfermedad, y a quien le trasladé todo el ánimo posible. "Está con fuerza", me decía. Me citó, entonces, para cenar, junto a Bakero, Pep, que acaba de llegar al primer equipo, y Txiki. Hablamos de temas deportivos y de la vida. En el campo te exigía al máximo pero, fuera del terreno de juego, era totalmente diferente. Una persona cercana, distinta al que acababas de ver en el entrenamiento. Eso también le hacía tan grande.

Cuando llegué a Barcelona se acababa de recuperar de un problema cardiaco, lo que hacía que se ausentara en algún entrenamiento, pocos. Antes, se sumaba a los partidillos, después, lo acabó sustituyendo por participar en los rondos, junto a Charly (Rexach). No perdía un balón, era siempre el mejor. Tampoco olvido aquellos chupa-chups que hacían las veces de cigarrillos. En el autocar del equipo, a parte de las maletas con la equipación que tanto cuidaba Chema Corbella, el utillero, siempre había una bolsa enorme de Chupa-chups. Eran estos tan imprescindibles como las botas o la ropa. Al final, todos los futbolistas acabábamos como él, con el Chupa-chups en la boca. Era un ganador en todo. Fue el mejor futbolista de su época al que, siendo yo muy pequeño, pude ver con el Levante, en El Molinón, creo recordar que en un partido de Copa. Aquel del que mi padre siempre me había hablado tanto, fue también, para mí, lo máximo como entrenador. Que alguien como Johan me fichara, supone todo un privilegio. Llegó desde Holanda con un sistema de juego nuevo, innovador. Un pionero que se atrevía a jugar, incluso, con tres defensas. Ha dejado su impronta en el Barça, y en la selección española, que ha ido a rebufo de todo lo que desarrolló en el conjunto azulgrana. Su pérdida es importantísima para todo aficionado al fútbol. Todos le tenemos que estar agradecidos, porque nos hemos aprovechado de sus conocimientos, de su forma de entender y ver este deporte. Míster, ha sido un orgullo haber podido conocerle y convivir con usted.

Iván Iglesias fue jugador del Sporting, el Oviedo y el Barcelona, equipo en el que tuvo a Cruyff de entrenador

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