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Fondo Norte

La ignorancia de la zona de vientos

Pobre matinal de un equipo rojiblanco que nunca le supo jugar a un Celta siempre bien armado

Al final no quedó claro si el viento matinal sobre el Anfield del Piles venía del Sur o de algún otro punto cardinal. "Viento del Este, viento del Oeste", se titula la legendaria novela. Lo peor de la matinal del domingo abrileño no fue desconocer de dónde venía el viento, sino comprobar que el Sporting no supo en toda la mañana por dónde le soplaba el viento. El Celta se hizo con el balón desde el minuto uno al noventa y tres y limitó las opciones del rival a un cabezazo de Sanabria que mandó el balón desviado cuando tenía todo a favor, y a un barullo que no aprovechó Carmona tras un desajuste entre el inédito portero vigués y uno de sus defensas. Sin balón no hay quien gane partido ni quien sume puntos que saquen al equipo de las tres plazas de descenso.

El Sporting sigue empeñado en desertizar el centro del campo y en llenarse, como un Real Madrid cualquiera, de mediapuntas. Lo de ayer fue clamoroso: Sergio Álvarez y Nacho Cases contra el mundo celeste. Carmona, Pablo Pérez y Jony a verlas venir, y venían casi todas por medio de Orellana, que se hizo amo y señor de la zona entre líneas, del vacío más absoluto. La igualada a cero del descanso fue una especie de bendición divina para el equipo, que precisaba ganar para salir del descenso.

En la segunda parte, el Celta, al que, sin duda, tocó la corneta Berizzo en el descanso, acentuó su mando y, salvo un contragolpe de Sanabria, mal resuelto, llevó el partido hacia donde quería. Y pronto resolvió Nolito con un gol de delantero internacional, con un gol de esos que nadie ve hasta que el balón está dentro de la red. Desde su rincón, con remate al palo más cercano, y no a la escuadra contraria, su suerte favorita, resolvió el partido. El Celta no necesitó más. Un minuto antes Berizzo había recurrido al "Tucu" Hernández en lugar del supravalorado Iago Aspas para cerrar cualquier camino hacia la portería propia.

El silencio de El Molinón cantaba la realidad del partido, uno de los peores del Sporting en el presente ejercicio. Sin juego y con el espíritu justo no se solucionan los problemas ni se da pie a las cuentas porque las cuentas se hacen tras sumar puntos, no cuando no se suman. El departamento de paños calientes va a tener trabajo a partir de ahora porque el cielo rojiblanco se oscurece, sople de donde sople el viento. A saber de dónde le vino en la triste matinal de ayer el viento al equipo de un gran timonel que desesperaba en la banda porque no encontraba soluciones al panorama que le ofrecían los suyos.

Al Sporting se le acaba el tiempo y, lo que es peor, parece que se le han acabado el juego y la intensidad que mostró en fases de la competición bastante más esperanzadoras que la presente. El calendario pendiente da miedo y el juego del equipo no es que dé miedo, es que ofrece escasas esperanzas. Pese a la decepción, o quizá por ella, hay que mantener las buenas costumbres; por eso, si pregunto, ¿molesto?: ¿aparte de un tiro flojo a Halilovic y un cabezazo alto de Dani Ndi qué otros remates hizo el Sporting en el segundo tiempo? Pues bien, era el periodo en el que, se supone, más raza había que demostrar no ya para remontar el gol de Nolito sino para igualarlo. Dura matinal la de ayer para un Sporting que no se enteró del viento. Malo.

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