Cuando el Sporting eche las cuentas definitivas de esta temporada encontrará que pocos le han llevado más que Nolito, consolidado como la gran revelación del Celta. El gaditano impidió en la primera vuelta con un afortunado rebote en los últimos minutos del partido que el Sporting se llevara un punto de Balaídos. Y ayer marcó a los gijoneses un gol que les puede resultar fatalmente decisivo. Y eso que parecía que no iba a ser su día. Acertado casi siempre en el desborde -su poderoso regate hacia afuera es muy difícil de parar-, no acertaba en cambio con la portería. En el minuto 10, por ejemplo, malogró con un remate flojo y desviado una gran jugada de Guidetti que le había dejado en una posición muy favorable. Y en otras dos ocasiones su disparo resultó mordido. Pero reservó toda su eficacia para la jugada que definiría el signo del partido, la del minuto 18 del segundo tiempo. Recibió el balón al filo del fuera de juego, pero en vez de buscar la portería desde esa situación ventajosa, prefirió centrarse para encarar mejor la puerta. Al tomar esa decisión pareció que imponía una pausa. Y, si fue así, la defensa sportinguista cayó en la trampa, pues se quedó estática, sin acudir a tapar su eventual disparo desde el borde del área. Esa vacilación le resultaría fatal, pues, cuando quiso reaccionar, Nolito ya había sacado un disparo raso y seco, que se coló junto al poste derecho de la portería de Cuéllar. Se vio entonces al portero sportinguista recriminar a sus defensas que le hubieran dejado tirar. Él acababa de comprobar una vez más que Nolito no da tregua.
