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La esperanza baja por el Guadalquivir

Si el partido del Coliseum Alfonso Pérez era crucial de antemano, quedó marcado además por otras cruces a lo largo de un desarrollo realmente dramático. Al Sporting le tocó cargar con una que, de tan conocida, ya le resulta familiar, como es la de los errores arbitrales, que esta vez fueron especialmente influyentes, por no decir que determinantes. Álvarez Izquierdo, del Colegio Catalán, pareció cerrar los ojos en una jugada tras la que, de haber apreciado lo que realmente ocurrió, el Getafe se hubiera quedado con un jugador menos durante hora y cuarto. Y, en cambio, los tuvo muy abiertos para decidir la expulsión de un sportinguista en el minuto 55. Se puede especular sobre cómo habría sido el partido con un Sporting con superioridad numérica desde tan pronto. Probablemente le hubiera ido bien. Sobre lo que ocurrió cuando quien realmente tuvo la superioridad numérica fue el Getafe no cabe imaginar nada, sino constatar hechos: el Sporting se vio obligado a replantear su estrategia mientras se desgastaba en un esfuerzo muy superior al de su rival. Con superioridad numérica, al Getafe le costó menos llegar al área del Sporting y en una de esas llegadas logró el gol del empate, importantísimo, porque le permite depender de sí mismo. Que el Sporting, pese a todo, aún fuera capaz de crear alguna ocasión de gol en los instantes finales del partido dice mucho del coraje y la abnegación con que es capaz de complementar sus limitaciones y, si es preciso, hacer frente a la adversidad.

La jugada que no existió

En el minuto 14 una irrupción de Isma López por el centro sorprendió a la defensa del Getafe, más preocupada en ese momento de tapar a Sanabria. El navarro arrancó entonces con todas las ventajas para plantarse solo ante la portería contraria. Lo hubiera hecho si Lacen no hubiese abortado el intento con un empujón por detrás que le derribó. Las imágenes de televisión confirmaron que el derribo había sido real. La falta existió y no se trataba de una falta cualquiera, pues, por la situación de los protagonistas, conllevaba la expulsión del infractor. Pero el árbitro, Álvarez Izquierdo, no pitó nada. Tal vez no vio la infracción, lo que equivaldría a una grave equivocación. O tal vez la vio y no quiso obrar en consecuencia, lo que supondría una grave injusticia. Él sabrá. Cuestiones de conciencia aparte, el perjuicio para el Sporting fue enorme. Y pudo ser definitivo si un minuto después, con el equipo asturiano aún tratando de tragar aquel sapo, Cuéllar no hubiera tocado con la punta de los dedos un tiro de Sarabia y lo hubiera desviado hacia la base del poste, desde donde volvió al campo.

El Getafe de León

El portero sportinguista, que jugó un muy buen partido, rozó la excelencia durante el primer tiempo, en el que el Getafe le exigió mucho. Superior en el centro del campo, el equipo azulón cargó el juego sobre la banda derecha para que Pedro León se convirtiera en una constante amenaza para la portería del Sporting. Ni Isma López ni sus ayudas, principalmente Jony, lograron impedir que recibiera el balón al pie y, una vez que lo lograba, se mostraba imparable, por velocidad de arrancada, excelente conducción y habilidad en el regate. Cada vez que irrumpía, sembraba el terror. Pero la defensa y el portero sportinguistas no se rompieron, pese a todo.

La resurrección del "faut"

Frente a la presión y las ocasiones del Getafe, el abnegado Sporting vivía lejos del área contraria. Había mucha distancia entre los jugadores ayer amarillos, sobraba a menudo precipitación y faltaba el acierto individual que lo compensara, por ejemplo en Sanabria. Hasta el minuto 43 el Sporting no lanzó su primer tiro a puerta, desde fuera del área y por medio de Jony, bien resuelto por Guaita. Por eso no fue extraño que, ante las dificultades para acercarse a la portería del Getafe, se decidiera a echar mano de un recurso que prácticamente tiene arrumbado desde la baja de Bernardo: los saques de banda de Luis Hernández. Cuando en el minuto 4 del segundo tiempo se produjo un "faut" a favor del Sporting cerca del córner derecho, el central subió a lanzarlo. Repitió el ritual de secar el balón con la camiseta y luego lo proyectó con fuerza sobre el primer palo. Un defensa del Getafe se anticipó con algunos apuros y cabeceó hacia el centro del área, donde Carmona trató de controlar el balón con el pecho. Lo que hizo, en realidad, fue dirigirlo hacia la posición de Sergio Álvarez. No era un caramelo, porque el balón venía blando y alto, difícil para rematar o para intentar bajarlo. Pero Sergio supo reaccionar. Decidió subir hacia él, con una pirueta que le permitió engancharlo de media volea y dirigirlo hacia la portería para que entrara en ella cerca del poste. El Sporting no sólo se situaba al fin cerca del objetivo, sino que desde ese momento comenzaba un partido diferente, probablemente mucho más manejable para sus intereses.

Tarjeta roja

No le dio tiempo a enfocarlo porque cinco minutos después se quedó con un jugador menos. Al expulsado Nacho Cases se le vio, cuando ya caminaba por la banda, mirar hacia su mano con dos dedos extendidos. Se le entendió perfectamente. Había cometido dos faltas en lo que iba del partido y por ellas se tenía que marchar. Cada falta le había supuesto, en efecto, una amonestación. La primera, tal vez rigurosa, había sido por una falta a Pedro León en el minuto 19 del primero tiempo. La segunda fue por una entrada a Medrán, más dura y aparatosa que la del primer tiempo y que, por prudencia, un jugador amenazado nunca debería haber hecho. Cases se equivocó y su equipo habría de pagar un coste por ello.

Una jugada crucial

Abelardo remodeló el equipo para intentar resistir. Y estuvo a punto de conseguirlo por completo, aunque fuera a costa de sufrir mucho. Pero en el minuto 78 se produjo una nueva jugada crucial. Fue un balón raso hacia la banda izquierda, en un lugar intermedio al que ocupaban en ese momento Yoda y Lora. Dio la sensación de que Lora hubiera podido llegar al balón. Pero, ya fuera por cansancio o por cálculo, no acudió a disputarlo y dejó que Yoda se apoderara de él para intentar luego profundizar por la banda, donde Lora acabó por hacerle falta en una zona más próxima al área. Y el Getafe aprovechó la ocasión. Para el Sporting resultó quizá más traumático que lo hiciera por medio de Scepovic, que estaba en el campo desde el minuto 53. Fue él quien llegó al balón que, con una excelente rosca, había colocado Pedro León hacia el primer palo. Scepovic ha sido letal para su exequipo esta temporada. En el partido de la primera vuelta, en El Molinón, provocó un penalty y fabricó el gol de la victoria del Getafe. Pero lo más doloroso fue que marcara en una jugada de estrategia, en la que, para los defensores tenía que ser un objetivo preferente. Dio la impresión de que quien perdió su marca fue Sergio.

Isma tuvo la última

El gol del Getafe, que puede resultarle trascendental en contra, llegó cuando el Sporting no sólo acariciaba la soñada victoria, sino que se empezaba a atrever a pespuntear la presión del Getafe con contras peligrosas. Jony, desde la derecha, había tenido una ocasión, frustrada por Guaita, y un incansable Isma López se había escapado por el centro para acabar tirando desviado. Fue el propio Isma quien protagonizaría la última ocasión del partido, ahora desde la izquierda hacia el centro, para buscar el poste contrario con un tiro con efecto que no terminó de coger la trayectoria adecuada para colarse en la portería. De haberlo hecho, otro habría sido sin duda el aspecto de las caras, entre la decepción y la incertidumbre, de los jugadores rojiblancos y de sus fieles seguidores que acabaron mostrando las cámaras de televisión al término de un partido que, aunque no ahorró emociones, no las gastó todas. Las definitivas quedan para la próxima jornada. Hasta entonces las esperanzas rojiblancas bajan por el Guadalquivir.

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