Hace tiempo escuché a un hombre que decía mientras lloraba que la camiseta es la piel. Ayer me quité la nuestra por última vez y siento que estas rayas rojiblancas irán pegadas a mí para siempre.

Ayer fue un día especial. Tensión, nervios, esfuerzo, pasión, todo mezclado, que terminó con un sentimiento extraño. La tristeza por irme de la que, con vuestro cariño, habéis convertido en mi casa y por otro lado, la alegría de la recompensa al esfuerzo por dejar a nuestro Sporting donde se merece.

Muy pronto anunciaré mi nuevo destino. Allí donde vaya intentaré ser lo que he aprendido desde niño y lo que he mejorado aquí, haciéndome un hombre.

Jamás os olvidaré: a los que me dieron la oportunidad, a los que me entrenaron, a los que compartieron vestuario, risas y lágrimas conmigo, a los que lavaron mi ropa sudada de entrega, a los que curaron mis heridas y, sobre todo, a los que me animaron cuando me fallaban las fuerzas.

¡Gracias de corazón, de corazón rojiblanco, de corazón para siempre! ¡Puxa Sporting!