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Mario Antuña

¡Pitu, quédate!

Entre la euforia por la permanencia y la inquietud por el proyecto de la próxima temporada

En noviembre de 2014, en estas mismas páginas, escribí un artículo titulado "¡Pitu vete ya, Pitu vete ya!". Con toda la ironía, mostraba mi sorpresa y a la vez mi rotundo apoyo al nacimiento de un Sporting que, con el tiempo, subió a Primera y acaba de ganarse, sí, ganarse, la permanencia. Abelardo comenzaba a ser por entonces el mascarón de proa de un equipo que volvía a sus raíces por la apuesta de cantera y la comunión con la afición. La virtud llegó de la necesidad de no poder fichar, y el Sporting de los guajes y el "Abelardismo" se hizo leyenda viva. Tan viva que el domingo El Molinón volvió a ser el templo de esta religión deportiva.

Seguimos en Primera y el irónico "¡Pitu, vete ya!" se convierte en un convencido "¡Pitu, quédate!". No es que tema que Abelardo se vaya. Desconozco las intenciones del club y sus proyectos de futuro, aunque me generen más de una duda razonable. "¡Pitu, quédate!" es un concepto, una apuesta, una idea de lo que es y debe ser el Sporting. La permanencia es hija de muchos méritos, de no pocos errores, de demasiadas necesidades, de una pizca de fortuna y, sobre todo, de una camiseta. Cuántos equipos formados a golpe de talonario acaban echando en falta el coraje de unos jugadores que sientan la pasión de sus colores en el momento de meter la pierna, de realizar un esfuerzo más, de poner coraje para superar las peores situaciones...

No quiero aguar ninguna fiesta, de la que todos los sportinguistas y algunos simpatizantes disfrutamos con éxtasis, pero tampoco me gustaría llegar tarde para decirlo. Cuando se homenajeaba uno a uno a los jugadores y técnicos del equipo en El Molinón, hubo momentos que sonaban a despedida. ¿Cuántos futbolistas de la primera plantilla continuarán el próximo año? ¿Es cierto que buena parte de ellos, de los considerados la columna vertebral del equipo, se irán "regalados"? Pongamos nombres negro sobre blanco: ¿será el caso de Jony, Luis Hernández, Bernardo...? Si es así, ¿el motivo es que no se les renovó en tiempo y forma, porque como ocurrió en la temporada pasada cuando no se les abonó los salarios adeudados, no se confiaba ni en el ascenso ni en la permanencia? ¿O es un problema de dinero y se prefiere volver a la aventura del mercado exterior antes que realizar un esfuerzo por mantener lo bueno y conocido que hay ya en casa? ¿O es una mezcla de todo un poco? O también pueda ser que esté equivocado y todos esos rumores de fichajes ya realizados a coste cero sean bulos malintencionados... No tardaremos en saberlo.

Ingenuo de mí, creí que la lección la teníamos aprendida gracias al ínclito Javier Tebas, que con su arbitrario castigo de impedir al Sporting fichar había conseguido resucitar a un club moribundo. Pensé con candor que se volvía a proteger la cantera, a cuidar Mareo, al equipo de casa con refuerzos, a buscar a la Mareona como aliento y al "Abelardismo" como hoja de ruta por los campos de España.

Vi al Pitu llorar cuando el Sporting marcó el segundo gol ante el Villarreal y echar con las lágrimas toda la tensión de una durísima temporada. Vi a los jugadores emocionados celebrar una permanencia merecida y milagrosa. Y a los aficionados eufóricos festejar la continuidad en Primera. Sin embargo, a la vez, no pude evitar levantar la vista, mirar al horizonte de la próxima campaña y formularme las mismas preguntas que resuenan en las cabezas de muchos sportinguistas. Pero es cierto, ahora estamos de fiesta y hay que disfrutarla. ¡Pitu, quédate!

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