Hace un año surgió en Avilés una iniciativa ejemplar. Más de 1.500 aficionados al fútbol de la ciudad se reunieron en las redes sociales para debatir, proponer ideas e intentar recomponer el malogrado fútbol en Avilés. La participación popular superó cualquier expectativa, conformándose una plataforma heterogénea y muy activa con un único propósito: volver a disfrutar del fútbol en la ciudad.

Tras semanas de debate, parte de los aficionados decidieron apostar por la creación de un club de fútbol popular, corriente que aboga por devolver el fútbol a los aficionados, alejándolo de los intereses empresariales, el sectarismo y el negocio en el que se ha convertido el deporte rey. Fútbol de la gente para la gente. En Avilés se dio un paso más en el sentido participativo del club, siendo los propios aficionados los que decidieron el nombre del equipo, el escudo que representaría al mismo e incluso el diseño de las camisetas. Debido a que los aficionados se sentían dueños de las decisiones del club, y a la imagen impecable del equipo gracias al trabajo desinteresado de avilesinos con talento animados por el modelo popular, el Avilés Stadium se convertiría en el club deportivo con más socios de la ciudad en sólo unos meses.

Hoy en día, el Avilés Stadium ya no es un club de fútbol popular, sino que se ha convertido en un club más de la ciudad como los clásicos Navarro, Llaranes, Miranda o Bosco. Si en el fútbol tradicional se van a cumplir veinte años de la llegada de José María Tejero y su nefasta trayectoria, en el Avilés Stadium se ha vuelto al tradicionalismo, la cerrazón y la triste burocracia compartida entre un grupo de amigos incapaces de apoyar las grandes iniciativas ciudadanas si ellos no son los protagonistas. En el pecado llevan la penitencia. En el Real Avilés, víctima del fútbol empresarial, Tejero se hizo dueño de las acciones comprándolas con dinero de su bolsillo; en el Avilés Stadium, la ilusión ciudadana se esfumó al aprovecharse el presidente, José Manuel Sal de Rellán, y su grupo de amigos del trabajo compartido.

Avilés demostró que tiene la capacidad y la iniciativa. Ahora tiene que luchar por recuperar lo que es suyo.